El 30 de enero debería quedar en la historia del fútbol. Ese día de 2007 terminó definitivamente la era galáctica del Real Madrid, el más ambicioso proyecto económico que un club de fútbol haya puesto en práctica alguna vez, que transformado en un monstruo, se devoró a sí mismo.

Pero, si el 30 de enero pasado la transferencia de Ronaldo al Milan fue el acta de defunción de la 'galaxia blanca', la bestia enfermó con las idas de Figo al Inter, en junio de 2005, y de Florentino Pérez, el presidente que la creó, en febrero del año pasado.

Luego se sucedieron las partidas de Zinedine Zidane, retirado del fútbol luego del Mundial , y de David Beckham, exonerado de la constelación el mes pasado e incorporado al glam-soccer de Los Angeles Galaxy, a media cuadra de Hollywood.

Si bien el fichaje que inició la era galáctica fue el de Figo, arrancado al Barcelona a cambio de 70 millones de dólares, el proyecto toma su forma con la llegada de Beckham en 2003 a un costo de 35 millones. El mediocampista inglés fue el salto de calidad que el Real Madrid incorporó a sus finanzas para transformarse en el club más rico del mundo. Ahora que el proyecto galáctico terminó, el error se hizo evidente.

Todos estos años hablamos de fútbol cuando hablamos del Real Madrid. Debimos hablar de finanzas. A partir de la llegada de Beckham al Bernabeu, el club 'blanco' transformó la economía de los clubes de fútbol. Ganó más dinero por la venta de derechos comerciales que por la tevé y ventas los días de partido. En la temporada 04/05 facturó 276 millones de dólares de los cuáles 124 fueron por merchandising alrededor del mundo.

Hoy, el Real Madrid ya no tiene a Beckham. Tampoco campeonatos. Pero sí tiene una certeza. Que es un club de fútbol y sus partidos se juegan en la cancha.

JUAN MOCCIARO

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