SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Hazañas para contar es lo que le sobra al italiano Reinhold Messner. A fines de los 70 fue el primer ser humano en subir el Everest sin oxígeno de auxilio. En 1986 logró escalar las 14 montañas de 8.000 metros del mundo, tres de ellas en un mismo año y tiempo después completó lo más increíble de todo: ascender las cimas más altas de los 5 continentes. Por ello en el mundo se lo conoce como el montañista más formidable de la historia. Pero había algo que que le faltaba: domar los hielos patagónicos, milenarios, inhóspitos, mágicos.

Se lo propuso hace dos años y lo concretó entre fines de noviembre y principios de diciembre. Fue una expedición por el Campo de Hielo Norte en la Patagonia. Messner lideró un grupo de montañistas que unió el lago Leones (a la altura de Santa Cruz, en Chile) con la laguna San Rafael, también en territorio chileno, durante 9 días. Lo acompañaron los barilochenses Paul Cottescu, Alessandro Masperi, Luis Goveto, Ivan Bonacalza y Gabriel Rapoport y otros montañistas europeos.

Para concretar la travesía Messner recurrió al Club Alpino Alemán y por su agencia de viajes y expediciones "DAV Summit Club" se organizó el viaje. La empresa europea delegó la expedición en su filial sudamericana, la EVyT "Alta Montaña", del barilochense Pablo Cottescu. "Messner caminó por la mayoría de los glaciares de la tierra pero nunca lo hizo en la Patagonia; por ello decidió venir", dijo Cottescu.

La zona es muy inaccesible y poco transitada, pese a incluir el Campo de Hielo Norte al volcán San Valentín, 4.058 metros, la montaña más alta de la Patagonia Sur. Por ello la aproximación se hizo en un hidroavión que trasladó a los 18 expedicionarios hacia la costa oeste del lago Leones. En forma previa al arribo de Messner y sus 12 acompañantes, todos expertos montañeses, algunos con ascensos a montañas superiores a los 8.000 metros, los cuatro guías argentinos trasladaron los trineos y las carpas hasta el campamento I, ubicado al término de la vegetación.

Durante la travesía cada participante arrastró un trineo con todo su equipo, comida y una carpa compartida entre dos personas. Al atardecer se emplazaba el campamento y cada pareja se preparaba la comida. Messner compartía la carpa con uno de sus compañeros de aventuras: Rudolpf Hip.

"El equipo, la forma de desenvolverse en el medio y su capacidad para tomar decisiones nos sorprendió a todos. Llevaba muy pocas cosas pero siempre tenía lo indispensable. Asimismo era el primero en desarmar la carpa, armar el trineo y estar listo para partir. En muchos tramos guiaba al grupo, demostrando un gran

dominio de la orientación", explicó Cottescu.

Llevaron comida liofilizada pero también algún producto fresco. También fiambres envasados al vacío, algún queso y muchas barras de cereales. En particular se consumieron muchas sopas, té y comidas rápidas. Los argentinos también llevaron varios paquetes con yerba mate.

Lo más complicado de la travesía fue bordear el glaciar San Rafael hasta la laguna, ya que el terreno es muy escarpado y para colmo tuvieron que hacerlo bajo un verdadero diluvio. Embarcaron en un barco contratado en Puerto Chacabuco, destinado al transporte de personal a las salmoneras, ya que la avioneta que los tenía previsto transportar, desde un aeródromo cercano al glaciar, se estrelló un día antes.

"Navegamos durante 13 horas por los fiordos del Pacífico, con buena cerveza, tortas fritas y pescados cocinados en el barco. Un viaje inolvidable", recordó Cottescu.