BUSCAR       RIO NEGRO    WEB     
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
 
Lunes 29 de Enero de 2007
 
Edicion impresa pag. 15 >
ENTREVISTA A JOSE GIANNI, ARQUITECTO Y COLECCIONISTA DE HISTORIA DE EL CONDOR: "Hoy la arquitectura es muy comercial"
Su vida está unida a Viedma, Patagones y el pequeño balneario del que su abuelo fue uno de los pioneros. Lamenta que la arquitectura no conserve una tipología y asegura que "de ninguna manera" construiría allí un edificio torre.

La conexión entre la actividad que abrazó y un buceo en la historia de la villa marítima de Viedma, a partir de sus vivencias personales, le otorgan un valor agregado personal. El sentimiento, la simplicidad, la impronta de sus familiares como pioneros de ese lugar, que eligió para vivir durante gran parte del año, se mezclan con su planteo permanente de repasar cada momento en su evolución como poblado histórico. Desea fervientemente que ese lugar pueda refundarse retornando a su viejo estilo arquitectónico: un rostro marino con madera y chapa que caracterizó al primer caserío construido a principios del siglo XX.

¿La profesión le cambió la mirada sobre la realidad social?

La vivo, no soy empresario. Hoy puedo compartir con mis hijos el estudio. Es una experiencia distinta. Tengo la concepción de lo que es el urbanismo. Una es lo que muestra La Boca (El Cóndor). Otra cosa es la edificación en Viedma o en Patagones.

¿Hubo una arquitectura dictatorial, hay otra democrática?

Hay temas que son directores y que pesan, tuve la suerte de empezar a trabajar en una época de gran demanda, diseñé en Viedma durante 1972 el edificio del Instituto de Desarrollo del Valle Inferior (Idevi) que ocupa el Ministerio de Producción y constituye el punto más alto de la ciudad, con 41,50 metros. Para mí fue un gusto concebir un edificio moderno hace mucho tiempo ya, y que hoy mantiene líneas esbeltas y una importante tecnología.

¿Siente un abismo con las nuevas generaciones?

No lo hay. Tengo relación con colegas muy jóvenes. Me tocó armar el Colegio en Río Negro, fui partícipe de él, viví la llegaba de muchos. No me siento desactualizado, comparto las ideas con mis hijos. Sin embargo, en la actualidad no veo que la profesión tenga solidez en cuanto a proyectos como cuando empecé (a principios de los '70). En aquel momento se estudiaba mucho. Hoy es todo comercial y ejecutar rápido.

¿Se inclina para el lado del arte?

Estudio mucho, depende de la dimensión de la obra. Cuando diseñé el edificio de Idevi, laburábamos de noche con los dibujantes, de 22 a 6 de la mañana. En esas horas te fluyen las ideas, estás con tranquilidad, sin presión. Viví una época muy linda. Nunca me arrepiento de haber elegido ese camino, podría haber vivido de la administración pública, estuve transitoriamente, pero dije: "Esta es mi profesión y no la regalo".

¿Alguna vez le dio bronca construir una hermosa vivienda para que otros la disfruten?

Lo pienso... Pero eso sería muy injusto decirlo. Si sos honesto con lo que hacés, no tenés que pensar así. De hecho comparto con mis amigos lo que he proyectado, de alguna forma las disfruto a través de una visita, una cena, una cosa temporal.

Claro, uno es humano...

Lo ideal del arquitecto es ver la funcionalidad. Yo vivo en una casa frente al mar que mide 41,50 metros cuadrados (misma medida que el edificio más alto de Viedma). Muchos amigos me cargan (por las pequeñas dimensiones) y lo toman en broma sanamente, pero vivir en este lugar no tiene precio.

¿En qué le hace caso al gusto, a la imaginación, de las mujeres de los que lo contratan?

El comitente te da las primeras

pautas y después elaboramos un anteproyecto. Ahora decidimos hacer maquetas para resolver mejor los espacios. No me lleva tiempo volcar las ideas; si les agrada el bosquejo avanzo hasta concretar la obra. Hay casos en que no es tan fácil, hacer varios anteproyectos, cambiar cosas, buscarle la vuelta.

Combinaciones difíciles...

Es triste cuando dejás una obra y te la cambian sin tu participación. El cliente toma la determinación como dueño, pero se han dado situaciones controvertidas. Le agregan cosas, aparecen con una vivienda con una torta arriba... en fin... nada que ver...

¿Y cómo lo toma?

No se puede hacer nada. El dueño es el que decide. Afortunadamente, uno puede conservar desde el punto de vista artístico, el derecho intelectual para que nadie pueda repetir tu obra. Me enorgullece que algunos maestros mayores elogien los diseños y me los pidan para sus construcciones. En ese sentido no me considero egoísta.

Su familia fue una de las pioneras en El Cóndor, ¿qué plus le deja la historia, el crecimiento, la calidad constructiva, el uso del espacio, los colores dominantes?

No predominó la tipología de las primeras viviendas como pasó en otros balnearios (con el techo de chapa a dos aguas, el uso de la madera). Hay buenas construcciones pero no una tipología arquitectónica; veo que las nuevas son viviendas frontales, eso obedece a la falta de un plan de ordenamiento urbano. Tiene que haberlo. Estamos a tiempo, La Boca (El Cóndor) no explotó aún.

Muchos se quejan del viento, la arena en El Cóndor, sin embargo existen otros suntuosos balnearios que no pueden resolver ese problema...

Es lo que tenemos. En invierno es bárbaro, sin viento; en verano es todo lo contrario. Tampoco hay que explicarle a un turista para que se vaya a otro lado. Aquí tenemos un punto de partida de dispersión a toda la costa atlántica. Tenemos esa suerte aunque falte además infraestructura hotelera.

¿Construiría un edificio de 10 pisos en El Cóndor como ocurrió con otros sitios marítimos?

No, de ninguna manera. Precisamente por eso, con un plan regulador que necesitamos, hay que cuidar el crecimiento, que la línea costanera no tape visuales de quienes construyen en la falda de los acantilados. El sentido es habitar de acuerdo a una geografía como ésta, con los acantilados cerca, frente a una bahía con amplia visual. En todos lados hay construcciones comerciales, se van en altura. Se trata de una dualidad difícil de resolver. La disyuntiva es si te quedás con que pocos gocen del paisaje o que lo disfrute un montón de gente.

¿Prefiere un premio de una Bienal de Arquitectura o que le destaquen un proyecto en la villa?

No me planteé nunca lo primero. Vine acá porque amo esta geografía, resolví mi vida aquí. Es un halago que a alguien le guste una vivienda mía. Lo que tiene de bueno es que no es una profesión monótona, al contrario, es muy cambiante.

En una palabra hizo de todo...

Es cierto, me tocaron edificios comerciales, de administración, ejecuté miles de metros cuadrados. El archivo de planos es muy grande, tuve que armarlos en forma ordenada con tubos, amén de que ahora la tecnología te permite comprimirlos en disquetes o compact-disc.

 

Con acento sanmarinense

Gianni, de 61 años, distribuye su tiempo entre la villa marítima y el estudio de arquitectura instalado en Carmen de Patagones, a poco menos de 20 minutos en automóvil. Junto a los tableros de dibujo y computadoras guarda rollos de planos que significan 6.000 metros cubiertos de dos edificios en propiedad horizontal, de la Escuela de Capacitación Técnica de Ingeniero Jacobacci, de una panificadora en Neuquén y unas 200 viviendas construidas en Viedma, Patagones, Stroeder y San Blas.

Comparte su ocupación profesional con dos de sus cuatro hijos, quienes les siguen sus pasos en la arquitectura.

Sus antepasados provienen de San Marino, y él sigue y fomenta las tradiciones de la sangre. Varias veces pudo poner la mano derecha en visera para observar de cerca los 749 metros del monte Titano, el histórico refugio para aquellos que querían evitar la invasión a la pequeña república ubicada en la península italiana. Viajó allí para reunirse con sanmarinenses de otros puntos del planeta y uno de sus hijos vive allí.

Tanto su apellido como el de sus parientes Guidi o Tassara son los que aún siguen echando raíces en El Cóndor desde 1923. El primer reducto familiar está ubicado en pleno centro sobre la avenida de ingreso. Su abuelo materno herrero y carpintero construyó en lo que era un médano cerca de la línea de marea una de las primeras "casillas" como se les llamaba. Andrés Guidi, rememora el arquitecto, había seguido los pasos de Massini, un boticario peninsular cercano a los salesianos, quien a campo traviesa desde Viedma cortó varios candados de tranqueras para respirar el aire marino.

Su abuelo Guidi usó tablones de pinotea y chapa. De la vivienda, aún erguida, conserva un viejo candado del aljibe. A principios de los '50 y hasta la llegada de la red domiciliaria en 1970, el agua dulce era fundamental. Aún tiene muy frescos ciertos rastros como que "teníamos que cuidarla mucho y lavarnos la cara en palanganas cuando éramos chicos".

Su actual vivienda la levantó a pocas cuadras del histórico enclave familiar. Puede ver el mar y se alterna con sus vecinos en el cuidado de la vegetación de una plazoleta. La naturaleza se fusiona con la belleza de su living. Dos imágenes valen más que mil palabras: el Café de Nuit de Vincent Van Gogh y el óleo de una callejuela de Patagones que Alcides Biaggetti inmortalizó realzando una vieja fonda que perteneció al padre del arquitecto llamado Segismundo Gianni.

Las inclinaciones del hombre que gastó kilómetros de lápices sobre un tablero permitieron documentar lo que representaba levantar una vivienda sobre los médanos y a metros de la línea de marea. Tiene presente que los albañiles de entonces buscaban defender las fundaciones para impedir que las grandes mareas arrastren las construcciones. "Era digno ver cómo trabajaban el hormigón, casi sin hierro; en el '41 varias casas fueron arrasadas por grandes olas"; contó. Salvo su memoria y las fotos, ya no hay rastros de algunas de ellas.

 

ENRIQUE CAMINO

rnredaccionviedma@yahoo.com.ar

 
haga su comentario otros comentarios
 
 
sus comentarios
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006