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Lunes 29 de Enero de 2007
 
Edicion impresa pag. 12 y 13 >
El precio de la carne

Con el propósito expresado de controlar la evolución del índice del costo de vida, las autoridades nacionales han tomado medidas que restringen las exportaciones y la producción y no han planteado un programa o plan de medio y largo plazo para el desarrollo de la producción cárnica. Estas medidas restrictivas, como la limitación de las exportaciones que han acarreado una disminución de los volúmenes producidos y faenados, las ha complementado con los acuerdos sobre precios para el mercado interno celebrados con los grandes exportadores.

La situación planteada es digna de los estudiosos de la economía universal, a quienes les resulta sin duda inexplicable que un país con condiciones muy favorables en el mercado internacional y también en el interno tome la determinación de producir y exportar menos. Algo así como aquella frase que expresa: "Porque me duele la cabeza, me corto la cabeza".

Con lo dicho no se está descalificando la actitud del gobierno de controlar, en el corto plazo, la inflación, siendo la carne un componente importante en la canasta básica alimentaria de la población. De mantenerse las medidas restrictivas y desalentadoras de la producción, esto afectará en el mediano y el largo plazo, resultando cada vez más insuficiente la producción para atender el mercado interno y generando algo tan inexorable como la inflación de la demanda. Este escenario no está distante en el tiempo; de seguir en este camino, dentro de poco va a faltar carne para atender la demanda de los consumidores locales, con el consecuente aumento del precio del producto.

 

El mercado internacional

 

Dentro de las condiciones externas, cabe mencionar que los precios internacionales de la carne se incrementaron un 30% respecto del 2005.

Durante el 2004 y el 2005 quedaron fuera del mercado exportador los Estados Unidos y Canadá debido a la irrupción del mal de la "vaca loca", cuando ambos países totalizaban el 25% de la oferta exportadora de carne. También desapareció como exportador la Unión Europea, por los cambios en la política agropecuaria: se dejó de subsidiar a los productores por la tenencia de animales para pasar a subsidiar la tenencia de la tierra. Lo cierto es que la UE pasó de ser exportador a ser importador de carne, dándose la paradoja de que es el principal destino de las carnes argentinas, con el 45% del total de los embarques de nuestro país.

Por otro lado, las condiciones favorables dadas por la creciente demanda de países del Este y en desarrollo no redundaron en una mejoría de precios para el productor argentino.

 

El mercado interno

El consumidor local se caracteriza por una fuerte propensión al consumo de carne; en general, las cifras son tan elocuentes que eximen de comentarios. El consumo por habitante y por año se ubica entre 64 y 70 kilos, un notable guarismo si lo comparamos con los de otros países como Estados Unidos. Por ello, no se puede negar que el gobierno tiene una genuina preocupación por seguir de cerca el precio de la carne, dada su incidencia en la canasta básica alimentaria. El precio que recibe el productor por el ganado en pie es de 0,80 dólares en promedio por kilo, mientras que el valor de referencia internacional es de un dólar por kilo.

El consumo por habitante, lejos de disminuir, es previsible que aumente, teniendo en cuenta el crecimiento de la economía argentina proyectado para los próximos años. En este contexto de expansión, aún existe un 20% de la población que se halla por debajo del nivel de pobreza y que podrá mejorar sus ingresos futuros, empujando hacia arriba el promedio de consumo por habitante. Por otro lado, no se han tomado decisiones que promuevan la producción y el consumo de fuentes de proteínas alternativas, como la carne porcina o aviar y los vegetales.

Este panorama nos permite avizorar un crecimiento de la demanda de carne bovina por parte de los consumidores locales; entonces, no es descabellado prever que en el mediano plazo la producción cárnica será insuficiente para atender el mercado interno y que podrá sobrevenir un severo crecimiento en el nivel de precios del producto. Con esto se quiere significar que, de mantenerse esta política económica de limitación de la producción y de las exportaciones, el escenario futuro se presenta muy complicado.

¿Cómo salir adelante en este laberinto que nos lleva al fracaso como país productor y exportador de carne? Hay algunos datos de la realidad a tener en cuenta.

Primero, el ciclo de vida bovino hasta llegar al mercado es de tres años en promedio, sea considerándolo desde la concepción o desde la parición. Es así que la capacidad de reacción del sector frente a decisiones de inversión está acotada por este ciclo vital.

En segundo lugar, del animal faenado sólo algunos cortes se exportan y el resto se destina al consumo interno. La conclusión obvia es que favoreciendo la exportación también se favorece la oferta del producto para el mercado interno.

Es muy razonable la preocupación de las autoridades por controlar el crecimiento de la inflación, pero mejores resultados obtendrían si su política de medio y largo plazo apuntara al crecimiento de la producción y de las exportaciones. Así, los consumidores también podrían tener mayor seguridad sobre la estabilización de los precios del producto, ya que hasta el momento se han observado dificultades para que los acuerdos de rebaja de precios se reflejen en la góndola.

En economía siempre se está a tiempo de tomar las decisiones sólo que, cuanto más avanza el proceso perverso de estancamiento artificial de la actividad, mayores son los perjuicios y los costos; en especial, los sociales. Frente a este panorama, la actividad se encuentra con un mercado interno e internacional con precios retributivos y una avidez creciente por el producto.

Un proverbio chino dice: "Hazlo. Hazlo inmediatamente. Pero no lo hagas tú mismo". En esta cuestión, por analogía, un plan para la actividad ganadera requiere del concurso de todas las partes involucradas: productores, gobierno, exportadores, intermediarios, frigoríficos y organizaciones de consumidores.

 

ALEJANDRO JOFRE (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Contador público. Neuquén

 
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