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Lunes 29 de Enero de 2007
 
Edicion impresa pag. 12 y 13 >
El ejemplo de Bangalore

Esta ciudad del sur de la India debería convertirse en visita obligatoria para todos los líderes latinoamericanos: su rápida transformación de pueblo agrícola en uno de los mayores centros de informática del mundo simboliza todas las cosas buenas que está haciendo este país y todas las cosas malas que están haciendo muchos países latinoamericanos.

Hay 1.850 compañías de informática en esta ciudad de 5 millones y medio de habitantes, incluyendo la crema y nata de las principales firmas de computación del mundo. Juntas, emplean a 450.000 ingenieros jóvenes, quienes son responsables de la mayor parte de los 23.000 millones de dólares anuales de la India en ingresos provenientes de la informática.

Bienvenidos a la era de la economía de la información, donde un programa de software computacional desarrollado aquí vale mucho más en los mercados internacionales que toneladas de materias primas. El apoyo técnico de la India y sus industrias de software crecen tan rápido que las autoridades esperan que sus ingresos se tripliquen a 60.000 millones de dólares en los próximos dos años.

La India está sacando provecho de su enorme cosecha de egresados universitarios jóvenes bien preparados, en especial de los 330.000 ingenieros que se gradúan cada año de sus universidades, para vender software de bajo costo por todo el mundo.

En el extremo inferior, compañías de software de Bangalore dan servicio a firmas computacionales pequeñas y medianas, tales como PC Depot Inc., de Miami. "Cuando mi mejor hombre en software, quien ganaba 60 dólares la hora, me pidió un aumento a 100 dólares la hora, puse un anuncio en internet en busca de alguien que pudiera hacer el trabajo por menos dice Carlos M. Valdés, presidente de PC Depot. Conseguí dos compañías indias, que me cobran 6 dólares la hora y hacen un trabajo bastante decente".

En el extremo superior, multinacionales con sede en Bangalore, tales como Infosys y I-flex, que emplean a 17.000 y 8.000 ingenieros jóvenes en sus oficinas generales ahí respectivamente. Estas empresas venden soluciones de software a los fabricantes automotrices, las aerolíneas y los bancos más grandes del mundo.

Cuando llegué a Bangalore, me impactaron los contrastes de la ciudad: literalmente, junto a los modernos edificios de vidrio de Infosys y Hewlett Packard, uno ve algunos de los barrios más pobres sobre la Tierra, con gente que camina descalza, bueyes que vagan por las calles y pordioseros por todos lados.

Pero lo que algunas personas en el resto del mundo consideran como un efecto negativo de la globalización, la mayoría de los indios empezando por el centroizquierdista primer ministro Manmohan Singh lo ve como la salvación de su país. La pujante industria de la informática se ha convertido en el dínamo de la economía y ha ayudado a cuadruplicar el tamaño de la clase media del país, sacando de la pobreza a más de 100 millones de personas en los últimos quince años.

Los ingenieros jóvenes contratados por las compañías multinacionales que se están estableciendo en Bangalore ganan el equivalente de 3.000 dólares al año, tres veces más que los médicos. En la India eso constituye un salario alto, lo que permite que las generaciones jóvenes de profesionales compren autos, paguen préstamos hipotecarios, gasten en diversión y ahorren. Y gracias al auge de la informática, el gobierno ha podido elevar la recaudación de impuestos y empezar a construir las carreteras y los hospitales que tanto se necesitan.

"¿Cómo se transformó Bangalore de un pueblo agrícola en un centro de computación mundial?", le pregunté a M. N. Vidyashankar, secretario de Informática del estado de Karnataka, donde está situado Bangalore. "No fueron los incentivos gubernamentales a las compañías extranjeras, que eran y aún son mínimos", respondió. "Tuvimos gobernantes ilustrados en este estado a principios del siglo XX, quienes se dieron cuenta de que, puesto que no teníamos muchos recursos naturales, teníamos que invertir en educación", me dijo.

Y funcionó. Cuando comenzó el impulso a la educación a principios del siglo XX, este estado era uno de los más pobres de la India, muy por debajo del de Behar o Uttar Pradesh, que eran ricos en recursos naturales. Hoy, Karnataka es el cuarto más rico en ingresos per cápita de los 35 estados indios, muy por encima de Behar y Uttar Pradesh, que han caído a los últimos lugares.

"Ahora estamos cosechando los beneficios de esos gobernantes que difundieron una cultura del conocimiento", dijo Vidyashankar. "Hoy, los líderes extranjeros vienen a Bangalore antes de visitar Nueva Delhi".

Mi conclusión: la historia de éxito de Bangalore debe ser enseñada en todas las escuelas de América Latina, donde la mayoría de los países depende de los recursos naturales y donde se pone poca atención a la creación de una mano de obra altamente calificada que podría producir exportaciones de mucho más valor agregado. En la economía del siglo XXI, los recursos naturales suelen ser una receta para la complacencia y el crecimiento a corto plazo, mientras que las mentes preparadas representan un pasaporte a la prosperidad.

 

ANDRES OPPENHEIMER (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami

 
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