Lunes 15 de Enero de 2007 Edicion impresa pag. 24 y 25 > Sociedad
Toda la tecnología, ninguna pista

La desaparición de Sergio Avalos generó uno de los mayores movimientos de policías y funcionarios judiciales que se recuerde en la capital neuquina.

El joven estudiante universitario, fue a bailar al boliche "Las Palmas", el 14 de junio del 2003 junto a unos amigos.

Tenía 19 años y al otro día tenía previsto viajar a Picún Leufú, de donde era oriundo, para pasar el Día del Padre. Sin embargo, nunca llegó.

La búsqueda se realizó sofisticados equipos tecnológicos, que incluyó un radar que fue utilizado en el boliche bailable, y que es capaz de detectar restos humanos incluso bajo tierra.

Si bien el boliche siempre estuvo en la mira de los investigadores, nunca se pudo encontrar el mínimo rastro. La última inspección se realizó el viernes 17 de noviembre pasado, ante versiones que indicaban que el cuerpo de Avalos podía estar en una de las paredes de concreto del lugar.

Pero la búsqueda no se centralizó en la capital neuquina, sino que se extendió al interior de la provincia, e incluso a La Pampa, Mendoza y Buenos Aires.

El padre del joven viajó a la triple frontera con Brasil y Paraguay, y recorrió sin suerte, las cárceles del noreste argentino.

A pesar de la presión ejercida por distintos sectores de la comunidad, con una fuerte presencia de estudiantes y docentes universitarios, el caso Avalos continúa siendo uno de los misterios más recientes y que en la zona no se le encuentra explicación.

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