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HISTORIAS PATAGÍNICAS: Andanzas del primer granjero en Nahuel Huapi | ||
Según un cronista de fin de siglo XIX, el checo José Tauschek anduvo 40 años atravesando la cordillera. Finalmente puso una granja junto al lago y lo visitaron importantes exploradores de la época. | ||
El pionero checo José Tauschek emigró una vez más. Ya no era aquel chico que con sus padres y tres hermanas trepó al barco Alfred el miércoles 16 de agosto de 1856 en Hamburgo, después de dejar la Bohemia Central no lejos de Praga. Iban para Chile y vivirían en la región del lago Llanquihue. José ignoraba entonces que en esa tierra adoptiva, despoblada y casi selvática, se transformaría en un labriego y hacendado; en explorador incesante de la cordillera y cabeza de una familia tenaz. Imposible imaginar que por sus andanzas y baquía cordillerana lo requerirían los exploradores del Nahuel Huapi, lugar de su punto final. Esta vez fue la búsqueda de la definitiva prosperidad lo que lo puso en marcha. Cruzó de Chile a la colindante región sureña, argentina y lacustre, por el paso Tromen con esposa, hijos y suegra para vivir junto al Nahuel Huapi, ese lago que había conocido en exploraciones emprendidas tras crecer robusto al pie del volcán Osorno. El cruce fronterizo en esa época equivalía a una proeza. Pero recordó con nostalgia aquella otra travesía marítima de casi cuatro meses de duración que demandó llegar a Puerto Montt: allí los Tauschek arribaron hace un siglo y medio, tres días antes de la Nochebuena de 1856, cuando José tenía once años. Desembarcó el lunes 22 de diciembre de la mano de su padre Wenceslao y su mamá Catharina Klajik (Yirischek). Otra vida familiar empezó apenas pisaron el endeble muelle del Seno de Reloncaví, portal de ese pueblito que antes llamaban Mellipulli, plagado de carpinteros hábiles para entablonar embarcaciones, de calafateadores diestros con la estopa y los alquitranes, de pescadores impenitentes e incesantes buceadores de bivalvos. Después de cuatro meses y seis días de navegación, se irguió en tierra firme tam bién con María, su hermana mayor, de 20 años, Sofía, de 14 y Ana, de 4, la más pequeña y al parecer, la más bonita. De las dos primeras hay pocos datos detectables, pero de Anita se sabe que fue concebida después que el matrimonio Tauschek Klajik dejó el hogar en Hutzina de la Bohemia checa y lo instaló en Wehlhutje bei Prag. Allí nació la pequeña Ana el 12 de febrero de 1852. Al parecer, su hermano José la hizo su preferida y la evocó en el nombre de su propia hija.
Hermanos bohemios
En Chile, 16 años después de su arribo, Ana se casó (en 1872) con un alemán de Halbendorf, diez años mayor: Wilhelm Ernst August Trautmann Scharf, que había nacido el 7 de octubre de 1842. Tuvieron dos hijos, pero el menor, Adolfo, murió a los 24 años en Puerto Octay, junto al lago Llanquihue. Su hermana María Paulina, 6 años mayor, recién murió en 1960 en Río Bueno, Chile, casi de 95 años, seguramente el personaje más longevo de los Tauschek (tuvo dos hijos). El esposo de Ana, Wilhelm, murió en Volcán el 14 de noviembre de 1917 y ella le sobrevivió hasta el 4 de enero de 1940, sin que mudara su hogar en Volcán, la región elegida. Las andanzas de José, el más audaz de los Tauschek, por la cordillera limítrofe, habían plagado de aventuras y peligros su vida en plena edad madura y hasta se le atribuye (ver Biedma y Riso Patrón) su participación en el descubrimiento del paso Puyehue (1890). Finalmente se afincó junto al Nahuel Huapi al parecer a fines de 1892, en la costa Este de ese lago. Fue el primer colono que lo hizo con la familia en pleno. Era todavía joven, tenía 47 años, y su esposa 43. Ignoraba que sólo tendría 7 años más de vida y que, asentado frente al más maravilloso de los paisajes, habría tiempo para peticionar las tierras al Ministerio de Agricultura argentino, como hicieron los colonos que vio llegar, ávidos de extensiones fértiles y de progreso súbito. Levantó la casa cerca de un arroyito que iba al lago y derivó hasta una planicie donde estableció el vergel de su quinta. Así pudo hacer argamasa de tierra que sirviera para empavonar los tablones que hicieron de paredes. Crió animales de corral, gallinas ponedoras y hasta cerdos de sólidos jamones. Por fin el vecino solitario de la orilla norte, el texano Jarred A. Jones, tendría huevos y tocino para su plato preferido y sarteneado al estilo de todo vaquero que se apreciara de tal. Fue en ese lugar que Francisco P. Moreno encontró el 8 de marzo de 1896- a los Tauschek. "Al pie de una barranca donde en 1880 tuve mi campamento, en la choza abandonada del indio valdiviano Guaito apuntó Moreno- cacareaban las gallinas y se oía el mugido de las lecheras; esa choza había sido reemplazada por cómodas casas de madera, habitación del colono José Tauscheck (sic), cuyos cultivo y productos pastoriles tienen ya fama entre los colonos alemanes de Llanquihue" (Apuntes Preliminares, de F. P. Moreno).
El informe Lermann
No era la única fama que quedaría del colono. Según J. M. Biedma, el río Bravo que desagua en el brazo Blest del Nahuel Huapi, la 3ra. Subcomisión de límites chilena en la temporada 1899-1900 lo había llamado Tauschek y el boquete de donde provenía, se lo conoció como Portezuelo Tauschek. El ingeniero Emilio Enrique Frey, de la 7ª. subcomisión argentina de límites denominó con su nombre ( en el verano de 1901) y el de Otto Goedecke, a las luego llamadas lagunas Anasagasti. Fueron aquellos exploradores quienes años antes las habían avistado. Pero al tiempo del paso de Frey por las lagunas, ambos personajes ya habían muerto trágicamente. El ingeniero Frey, en la temporada veraniega de 1897-1898, había establecido su campamento en la finca de Tauschek, cuando era auxiliar de una de las comisiones de límites. El ayudante C. G. Lermann también de la comisión, dejó apuntado en setiembre de 1898- de ese lugar que "A unas dos leguas al E. de San Carlos y más o menos a la misma distancia del río Limay, está situada sobre una terraza de unos 40 m sobre el nivel del lago, la casa del Sr. Tauschek, natural de Bohemia, pero viviendo en Chile y en Argentina desde unos 40 años. El señor Tauschek de 50 años de edad (en realidad 53), ha luchado desde su juventud con los elementos que se oponen al colono en estos países y ha hecho muchos viajes por la cordillera. Desde hace 6 años ha fijado su morada en este punto entre árboles manzanos y maitenes sobre la ribera de un pequeño arroyito con el cual puede regar su huerta y su magnífico jardín de flores". Ana, la bella hija del colono, se había ido a casar a Chile, ya criaba hijos, esos nietos que el colono poco pudo gozar: perdería la vida ahogado en el río Limay. Tampoco su viuda lograría la adjudicación de la tierra ocupada.
(Continuará)
FRANCISCO N. JUAREZ
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