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Domingo 31 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 64 > Sociedad
¿Fin para las corridas de toros?
Las famosas corridas no cuentan en España con el interés de las nuevas generaciones. Poco a poco el negocio y la tradición van perdiendo vigor.
El público que gusta de las corridas de toros es mayoritariamente adulto.
El público que gusta de las corridas de toros es mayoritariamente adulto.
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MADRID (DPA) - La corrida de toros es un espectáculo sangriento. Ya en el primer "acto", cuando el picador montado a caballo le clava su garrocha en el lomo al toro, la piel del animal se cubre de sangre. Desde hace décadas los protectores de animales dentro y fuera de España la condenan como un hecho cruel con los animales y exigen que se prohíba. Sin embargo, el eco que tienen es casi nulo y es de esperar que nada cambie a corto plazo, porque la prohibición no tiene posibilidades de éxito en España. Sin embargo, las corridas están amenazadas por otro peligro, y es que los españoles pierden poco a poco el interés en esta tradición centenaria.

En una encuesta reciente, el 72 por ciento de los interrogados declaró que las corridas de toros no le interesan en lo más mínimo. Aquellos que dicen tener "gran interés" no llegan al 8 por ciento.

La cifra de españoles que no quieren saber nada del espectáculo aumenta desde hace años: mientras que en 1971 eran un 43 por ciento, en 1993 llegaban a un 61 por ciento.

El desinterés es especialmente grande entre las mujeres y los jóvenes. Casi el 79 por ciento de las mujeres y el 82 por ciento de los que tienen entre 15 y 24 años declararon que las corridas les son completamente indiferentes. Por eso, el espectáculo corre peligro de convertirse en un "entretenimiento de jubilados".

En la mayoría de las corridas es notable la alta proporción de hombres mayores entre el público. Hace diez años, parecía por el contrario que soplaban vientos renovadores en las plazas, con una nueva generación de toreros que incorporó nuevos elementos de show que transformaron el espectáculo - en verdad profundamente serio- en algo más parecido a un circo.

El matador Jesulín de Ubrique se convirtió en una especie de estrella pop al que las fans femeninas le lanzaban desde el tendido sujetadores y bragas de seda. Incluso llegó a organizar tres corridas sólo para mujeres.

Esta nueva tendencia de moda ha desaparecido. Jesulín de Ubrique se retiró, para alivio de los puristas, que rechazaban estas innovaciones y que subrayaban que el torero tiene que hacer frente al toro con respeto.

Cada año mueren en las arenas españolas en unas 2.000 corridas un total de 12.000 toros. El sector da trabajo a 200.000 personas y su volumen de negocios anual es de 1.500 millones de euros (unos 1.970 millones de dólares).

Pero ya nadie se hace realmente rico con el espectáculo, salvo un par de toreros estrella que ganan 120.000 euros (unos 160.000 dólares) por corrida y suman al año tanto como un futbolista.Por eso las corridas no son un negocio muy rentable, en vista de que la carne que los animales muertos tampoco es demasiado apreciada entre los consumidores. Al fin y al cabo, los toros de lidia pasan muchos años en el campo en libertad y su carne no es muy tierna. Las corridas son subvencionadas hasta en un tercio de sus costes por los ayuntamientos y comunas. En Barcelona, la segunda ciudad más grande de España, se prevé que ya no habrá corridas a partir de 2008. El responsable de la plaza "La Monumental" no organizará más espectáculos después de 2007, porque el negocio no marcha bien.

 
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