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Domingo 31 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 06 >
Un claro mensaje

"Gerez es bien nuestro, así que el mensaje no puede ser más claro", dijo en la intimidad el presidente.

"Me tratan de loquito", le manifestó a Felipe Solá, irritado con la Justicia y algunas corporaciones.

No hay caso. Siempre el barco hace agua por algún lado. Hasta los más duros críticos del gobierno haciendo las salvedades del caso reconocen los aciertos económicos de la actual administración política y auguran que se seguirá creciendo fuerte en 2007. Sin embargo, es difícil volver a catalogar a la Argentina como un país normal, máxime cuando ya casi en los estertores de 2006, un nuevo secuestro esta vez la de un militante kirchnerista que con su declaración influyó para que el ex comisario Luis Patti no ingresara al Congreso retrotrajo a las peores épocas de la represión clandestina.

El presidente Néstor Kirchner, a juzgar por sus dichos, estaba prevenido de que algo malo podía pasar como consecuencia de su agresiva política sobre derechos humanos, tendiente a juzgar a los responsables de delitos de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura militar.

A lo largo del año, había sido desafiado por retirados de las fuerzas armadas y de seguridad que le reprocharon tener una visión sesgada de lo acontecido en la década del 70. Tras una concurrida protesta en Plaza San Martín, el 24 de mayo, el primer mandatario se plantó en el Colegio Militar para expresar, generalizando, que "no les tenía miedo" y que seguiría impulsando los juicios por la verdad y la memoria. El viernes hablo por la cadena nacional de radio y televisión en momentos en que decenas de helicópteros y hombres patrullaban la zona norte del Gran Buenos Aires para cercar a los captores de Gerez. Unos minutos después apareció con el torso desnudo y algunos signos de maltrato el albañil por la zona de Garín.

Hace más de tres meses se produjo la primera "desaparición", la del otro albañil de 77 años, Julio López, testigo clave en el proceso que terminó en la condena a reclusión perpetua del temible ex comisario Miguel Etchecolatz.

Mientras tanto, siguen adelante otros procesos, contra el sacerdote Christian Von Wernich, por caso, y un juez pidió a España la extradición del ex marino Ricardo Cavallo, al que se acusa de genocidio, terrorismo y tortura por su actuación en la tristemente célebre Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Para el gobierno esto es positivo. Para los que combatieron a la guerrilla, hoy en retroceso, algo que se resisten aceptar mansamente.

"Yo anticipé que la derogación de las leyes de Punto final y Obediencia Debida no iban a salir gratis", le señaló Kirchner al gobernador Felipe Solá, tras lo cual dio instrucciones para que las instituciones democráticas caigan con todo su peso sobre los grupos que "están tratando de meter miedo en la sociedad".

La irritación del presidente también estuvo dirigida contra algunos de sus colaboradores que subestimaron el intrigante "caso López" y lo atribuyeron a "elementos marginales". Esta teoría quedó desmentida el miércoles pasado, al conocerse el secuestro de Luis Gerez, militante del kirchnerismo en Escobar, la localidad de la provincia de Buenos Aires donde Patti fue intendente con gran adhesión popular.

A diferencia de López, recelado públicamente por la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, Gerez es un hombre que responde al Frente para la Victoria. "Es bien nuestro, así que el mensaje no puede ser más claro", manifestó Kirchner, al tiempo que le daba instrucciones al ministro del Interior, Aníbal Fernández, y a los jefes de la SIDE para, entre otras medidas, "poner a mil hombres en la calle".

Patti buscó desligarse del episodio. A la espera de una resolución de la Corte Suprema que lo habilite para recuperar su banca como diputado, señaló que el affaire los afectaba tanto a él como al presidente y a las instituciones. Empero, en la Rosada no le creyeron y apuntaron contra personas de su entorno habitual. Reclaman que la Justicia lo llame a declarar y deslizan sospechas sobre el teniente coronel Emilio Nanni (sumariado por participar de uniforme en el homenaje "a los muertos por la subversión", en el acto de Plaza San Martín) y miembros de los llamados "sin gorra", exonerados de "la maldita" Policía bonaerense.

Kirchner le hizo entender a Solá que "la cosa viene jodida y en serio". Se molestó con la lentitud de la Justicia y con ciertas corporaciones que "me tratan de loquito" y no advierten cómo "actúan los residuos del proceso".

Aconsejado por el periodista y titular del CELS, Horacio Verbitzky, Kirchner analiza introducir modificaciones en los organismos de inteligencia, incorporando mucha gente joven desligada del pasado oprobioso.

Es por lo menos llamativa la falta de respuesta de los partidos de centro derecha sobre lo que está aconteciendo en un área tan sensible como la de los derechos humanos, aunque hay que reconocer que el problema es sumamente complejo y se presta a las "operaciones sucias" de los "servicios".

El final del caso Gerez fue feliz. Kirchner prometió "no dejar pasar" a los sectores castrenses que de alguna forma tratan de reivindicar el terrorismo de Estado. "No aceptaremos extorsiones", advirtió el viernes.

Un ideólogo del patagónico, al hacer un balance de las desapariciones, señalaba el viernes, antes del desenlace afortunado, que "estas cosas, aunque son trágicas, constituyen una lección para que el conjunto aprenda lo que está pasando". Según la descarnada visión, en un punto al gobierno le sirven estas señales de alerta porque demuestran que no está peleando con fantasmas. Terrible: un concepto similar al de "la letra con sangre entra".

Kirchner estaba prevenido de que algo malo podía pasar por su agresiva política sobre DD.HH.

 

ARNALDO PAGANETTI

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


 
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