A los pocos días de tomar el poder, Saddam Hussein citó a unos 400 funcionarios y anunció que había descubierto una conjura contra el partido gobernante.
Los conspiradores, dijo, estaban en esa sala. Mientras Saddam, que por ese entonces tenía 42 años, saboreaba un habano, se leían en voz alta los nombres de los supuestos conspiradores. La policía secreta sacaba de la sala a los presuntos conspiradores. Cuarenta y dos hombres fueron ejecutados.
La acusación de conjura era falsa. Pero en pocos minutos aterradores del 22 de julio de 1979, Saddam eliminó a sus posibles rivales, consolidando el poder que mantuvo hasta que las fuerzas extranjeras lo derrocaron en el 2003. La crueldad fue su forma de gobernar
Saddam había nacido en la pobreza el 28 de abril de 1937 en la población de Ouja, cerca de Tikrit. Su padre, un pastor sin tierras, murió o desapareció antes de que él naciera. Su padrastro, Ibrahim al-Hassan, lo trató con severidad. De niño, Saddam escapó y vivió con un tío materno, Jairala Talfa, antibritánico y antisemita cuya hija, Sajida, se casó con Saddam algunos años después.
Bajo la influencia de su tío, Saddam se unió al Partido Baath, una organización nacionalista árabe laica, radical, a los 20 años. Un año después huyó a Egipto, tras participar en un intento de asesinar al gobernante del país, el general Abdul-Karim Kassem, y fue condenado a muerte en ausencia.
Saddam regresó cuatro años después, cuando Kassem fue derrocado por el Partido Baath. Pero el liderazgo de esa fuerza política fue derrocado ocho meses después, y Saddam fue detenido. Escapó en 1967 y se hizo cargo del aparato secreto de seguridad interna del Partido Baath. Juró que jamás toleraría el disenso interno, que según él había hecho que el partido perdiera el poder.
En julio de 1968, el Baath volvió al poder bajo el liderazgo del general Ahmed Hassan al-Bakr, que nombró a Saddam, su primo, como el segundo funcionario de mayor jerarquía. Saddam purgó a figuras claves del partido, deportó miles de chiítas de origen iraní, supervisó el control estatal de la industria petrolera, la reforma de la tierra, y la modernización, y se convirtió en el poder verdadero detrás de al-Bakr. Saddam se convierte en jefe de Estado y de Gobierno de Irak en 1979. Una año más tarde, con ataques aéreos contra Irán, Saddam urde la primera guerra del Golfo.
Dos años después de sellar la paz con Irán, Saddam invadió Kuwait, cuyos gobernantes se habían negado a condonar la deuda de guerra iraquí y se oponían a un incremento de precios del crudo que Irak necesitaba para recuperarse del conflicto con los iraníes.
Las Naciones Unidas impusieron una serie de sanciones económicas a Irak y una fuerza liderada por Estados Unidos atacó -en 1991-; los iraquíes debieron salir de Kuwait.
Los ataques del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos focalizaron la atención en Saddam como patrocinador del terrorismo. Una fuerza liderada por Estados Unidos invadió Irak el 20 de marzo del 2003. En tres semanas el ejército iraquí había colapsado y Bagdad había caído. En diciembre de 2003 es capturado por soldados norteamericanos cerca de Tikrit, donde se ocultaba en un pozo. La pistola que conservó para combatir hasta el final nunca fue disparada. (AP/DPA)