Cerca de dos millones de musulmanes se congregaron ayer en Mina, un valle cerca de La Meca, para dar comienzo a la peregrinación anual, bajo estrictas medidas de seguridad, después de que el año pasado unas 350 personas murieran en una estampida.
Vestidos de blanco, los peregrinos efectuaban a pie o en autobús los cinco kilómetros desde La Meca hacia el este, recreando el viaje del profeta Mahoma hace 1.400 años. Grandes retenciones dificultaban la circulación en los cinco kilómetros que separaban La Meca y Mina.
"Todo se desarrolla como estaba previsto", indicó el portavoz del ministerio del Interior, el general Mansur al Turki. Las fuerzas de seguridad sauditas, desplegadas de forma masiva en los lugares santos del Islam, "tomaron todas las disposiciones posibles" para asegurar que el Hadj (la peregrinación) se desarrolle con normalidad, declaró el miércoles el ministro del Interior, el príncipe Nayef Ben Abdel Aziz.
El número exacto de peregrinos será conocido hoy, cuando los fieles llegarán a la cumbre del monte Arafat.
Más de 1,6 millones de peregrinos extranjeros llegaron a Arabia Saudita, donde se sumarán a los musulmanes locales para participar en el Hadj. Miles de policías fueron desplegados en las zonas de peregrinación, que los últimos años fue escenario de mortíferos incidentes. Unas 350 personas murieron en una estampida durante el último Hadj, en enero de 2006, durante el ritual de la lapidación de las estelas.