Coincidiendo con la llegada del verano los entredichos en el Concejo Deliberante cayeron en profundidades con particulares características. Similares a las de un fangoso pozo ciego.

El año legislativo pareciera haber terminado a los gritos y con el BORA en la puerta, una imagen deshilachada que arrojó la última sesión. Al menos, esa estampa se pudo percibir entre la ciudadanía a la que no le cayeron nada bien las actitudes institucionales. Por lo que se pudo escuchar, la descalificación corrió para todos por igual: radicales, peronistas, frentistas y Mara.

Quizá la gente no entienda que está en juego todo un bagaje interpretativo de lo que significa el veto total o parcial a una ordenanza. Lo cierto es que abre la puerta para todo tipo de conjeturas.

Todo comenzó con un supuesto acuerdo del arco político para "blanquear" a un centenar de trabajadores que estaban prestando servicios al municipio en forma precaria. Un mes atrás se aprobó en forma unánime la ordenanza respectiva pero el intendente Jorge Ferreira no coincidió con los ediles. El prisma del Ejecutivo reflejó que le cerraban la puerta a nuevos ingresos, sea a la planta política como de personal.

La contrariedad se mezcló con una infortunada situación: la violencia que podría dejar muy mal parado -en la Justicia- al concejal radical Juan Millaguán. Por ello, es que se buscó remplazarlo temporalmente con Hilda Cévoli.

En el medio de la tormenta y dilaciones al mejor estilo que si vengo o que si voy, la radical Graciela Pallasezzi clausuró el debate alegando su propia interpretación sobre los dos tercios. Para el oficialismo, sobre nueve, la oposición necesitaba seis concejales para torcerle el brazo a Ferreira, e insistir en la limitación de ingresos. En punta de pie, y con el BORA al acecho por si volaban sillas, el radicalismo abandonó el recinto.

La peronista Verónica Belloso, a voz en cuello porque la presidenta del cuerpo restringió el sonido, denunció una actitud dictatorial; y juntando las bancas de toda la oposición -cinco sobre nueve asignadas- se insistió en la circunscripción a los horizontes de Ferreira.

En tres minutos se calentó el ambiente y se abrió el libro de las especulaciones. El oficialismo armó la artillería legal para mantener su postura de que se necesitaban seis concejales para rechazar el veto, basándose en un fallo del Superior Tribunal de Justicia de 1998 por que se declaró la inconstitucionalidad de una ordenanza de General Conesa. También apeló al Diccionario de Derecho Usual, respecto de que la mayoría de ocho concejales o de nueve, según una fórmula matemática corresponde seis.

La oposición golpeó las puertas de la Fiscalía Municipal para que Luis Sabatella dé su veredicto y ratifique el número menor.

En principio, todo indica que el fiscal no se vinculara al caso, suponiendo que resulte entrar en terreno pantanoso de la división de poderes.

Todo asegura que al final este tipo de actos institucionales terminen en los tribunales cuando los jueces vuelvan de la feria.

ENRIQUE CAMINO

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