BUSCAR       RIO NEGRO    WEB     
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
 
Martes 26 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Ausencia

Cuando llora el alma, apenas se nota.

Cuando llora el cuerpo, grita. Los ojos dicen basta, los huesos dicen basta, la nariz y la boca y las manos también. El alma no.

El alma, infinita a pesar suyo, llora suavecito, aunque se rinda el cuerpo. Apenas se nota. Cierto agobio, cierta errática mirada, cierto tono ronco.

Cuando llora el alma, en el fondo de los ojos aúlla un lobezno, un gemido largo, casi un gimoteo.

Cuando llora el alma, garúa. Sin cascada ni chaparrón. Plic clic, hace el alma, y gotea nostalgia.

Cuando el cuerpo ya no llora, cuando le ganó -como es ley de la vida- el gesto de la rutina.

Y las piernas se dirigen a ese despacho con su nombre

Y las manos al volante doblan hacia ese barrio (calle Rosario, cerca de madera).

Cuando el cuerpo ya está lanzado, músculos y sangre y piel hendiendo el aire que lo separa de su presencia ausente.

Entonces es que el alma -que no sabe de rutina- dice basta

Y las piernas se paran y el corazón da un vuelco y la vida se detiene un eterno instante.

Porque el alma sabe siempre, aunque apenas se note.

Y la mente es una rata que va y viene en el laberinto de si hubiéramos

Si nos hubiéramos dado cuenta antes.

Si lo hubiéramos llevado antes.

Si lo hubiera abrazado aquella vez.

Si le hubiera dicho charlemos esa tarde.

Si cuando se fue despacio y cansado hubiera corrido.

Hasta que la rata se cansa, sudorosa de culpa

Araña posibilidades imposibles.

Entonces el alma llora porque sabe que nada va a cambiar.

Y la mente sabe que trascenderá en la gente.

Que seguirá su obra.

Y la fe dice que está en algún lado en paz con los suyos.

En el calor pringoso miles de abrazos miles de voces susurran dios sabe por qué se lo llevó.

Y pronuncian palabras huecas como resignación.

Y dan consejos de estén juntos más que nunca (qué otra cosa hemos hecho, si no estar juntos cuando papi, cuando mami, cuando María Soledad, cuando Mónica, cuando Marita, cuando el negro).

El alma dice estoy enojada con dios.

La memoria convoca ese cuento que escribió "a ver qué te parece beba" sobre el tipo que se disuelve empieza por los dedos apoyados en el auto sigue con los brazos sigue con el cuerpo sigue con el auto sigue con la calle sigue con el mundo.

Las fotos dicen aquí estoy.

Las anécdotas lo mecen suavemente, de uno al otro, agregando detalles, sonrisas, ironías y Racing perdiendo, Racing ganando.

Gime el lobezno a una luna negra.

Ahora sólo está el alma y llora.

 

MARIA EMILIA SALTO

bebasalto@hotmail.com

 
haga su comentario otros comentarios
 
 
sus comentarios
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006