NEUQUEN (AN)- La policía realizó ayer tres allanamientos y demoró a tres sospechosos, pero todavía está lejos de considerar esclarecido el asesinato del indigente Jorge Valdebenitos en el barrio San Lorenzo.
El principal obstáculo es que el único testigo no pudo brindar precisiones sobre los atacantes, que serían entre cuatro y seis jóvenes de entre 14 y 20 años integrantes de una patota que "se divertía" hostigándolos.
Como se informó ayer, Valdebenitos (44) y Santiago Urrutia (22) son dos de los cuatro indigentes que solían dormir en el baldío ubicado en Castelli y Godoy del barrio San Lorenzo, en el oeste de esta capital.
Una patota tenía por costumbres atacarlos a piedrazos, insultarlos y humillarlos de varias maneras, sólo por diversión, según confirmaron ayer fuentes de la investigación. Hace 15 días, dos de las víctimas terminaron en el hospital heridos en uno de esos ataques.
El jueves a la madrugada, mientras Valdebenitos y Urrutia dormían alcoholizados, la patota los atacó con ferocidad. Los jóvenes, armados con palos y ladrillos, los golpearon sin que hubiera una provocación previa hasta herirlos gravemente y después huyeron.
Los indigentes fueron derivados al hospital Horacio Heller. El viernes a media tarde llevaron a Valdebenitos al hospital Castro Rendón para realizarse una tomografía que
permitió detectar que había recibido un fuerte golpe en la zona posterior del cráneo aplicado con un objeto contundente, que podría ser un palo o un ladrillo. La noche de ese día falleció y recién entonces la investigación cobró impulso.
Urrutia es la otra víctima y a la vez el único testigo de la muerte de su compañero, pero no puede dar precisiones sobre los agresores. Las fuentes vinculadas al caso explicaron que "los golpearon de noche, cuando ellos estaban dormidos y alcoholizados. El sobreviviente dice que se despertó por los golpes, pero no pudo ver bien a nadie. Según relata, fueron los mismos chicos que siempre pasan y les tiran piedras".
El estado de salud de Urrutia es precario. Además de la paliza que sufrió, está desnutrido, los años de privaciones y alcohol hicieron estragos en su organismo y en las últimas horas se le habría
declarado una infección.
Por lo poco que les pudo contar a los investigadores, "no conoce los nombres ni los domicilios" de los integrantes de la patota. Sólo refirió una serie de apodos.
Entre el viernes a la tarde y ayer a la mañana la policía realizó tres allanamientos en el barrio y demoró a tres sospechosos, todos mayores de edad, pero las pruebas son endebles. "No sabemos si van a quedar detenidos, tenemos que reunir más elementos antes de dar por cerrado el caso", admitió una fuente policial consultada ayer.