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Miércoles 20 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 20 y 21 >
Malos amigos y el fantasma de Le Pen

La máquina electoral del ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy, no consigue ponerse realmente en marcha. Parece como si este conservador, de 51 años, quisiera ser cortés porque su contrincante más fuerte en la lucha por la presidencia francesa es una mujer.

Pocos meses antes de las elecciones presidenciales, la socialista Ségolène Royal, muy popular, hace que le resulte muy difícil al jefe de la UMP poder encontrar su estilo frente a ella. Pero esto no es todo. Sarkozy se ha buscado apoyos electorales entre personas importantes que ahora están metiendo la pata. Y el jefe del ultraderechista Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, lo está poniendo bajo presión con una hábil estrategia.

"El Sarko-show en punto muerto", festejó el fin de semana el periódico liberal de izquierdas "Libération" el hecho de que el ministro, normalmente despabilado, no pueda acelerar. En su propio partido, también Michèle Alliot-Marie, ministra de Defensa y seguidora leal de Jacques Chirac, sopesa la posibilidad de su propia candidatura. Y entretanto, la gran estrella del rock del país, Johnny Hallyday, salta a los titulares: primero se pone de forma espectacular del lado de Sarkozy y ahora quiere establecerse en Suiza para pagar menos impuestos. Incluso el propio Chirac lamentó este "comportamiento del ciudadano Hallyday".

Además, la "amistad" de Sarkozy con el rapero y fumador de hachís Doc Gyneco está resultando tener un efecto boomerang, cuando éste ha sido condenado en una cuestión de impuestos a la jugosa multa de 700.000 euros (922.000 dólares). Mientras, alguien se ríe tímidamente: el candidato de mayor edad a la presidencia de Francia, que no es otro que Jean-Mari Le Pen, de 78 años.

Pretende, como ocurrió en la primavera del 2002, entrar de golpe en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

El Frente Nacional (FN) quiere salir del rincón de los que sólo se hacen visibles mediante la xenofobia. Así, el partido ha encargado centenas de miles de carteles con un bonito color en el que dice lo que considera que es la actual política en París: "Derecha-izquierda: han destrozado todo". Y esto toca la fibra sensible como Le Pen cree que hay que hacerlo. Las encuestas lo confirman. Incluso aunque los franceses contemplan al político Le Pen como un peligro para la democracia, las ideas ultraderechistas y la apatía frente a los partidos siguen ganando terreno. Aproximadamente uno de cada tres estima que Le Pen es un defensor de los valores tradicionales o un crítico de la "clase política". Y a Sarkozy le tiene que irritar seguro que también simpatizantes de su partido tengan un oído abierto para Le Pen, que ha encargado a su hija Marine, algo menos radical que él, conseguir nuevos votantes para el Frente Nacional.

Sarkozy estará seguramente intranquilo por lo permeable que es la frontera ideológica entre el FN y su derecha. "Sobre todo porque los franceses parecen dudar en su estrategia anti Le Pen", según analizó el parisino "Le Monde". De momento no parece seguro todavía un duelo codo a codo entre Royal y Sarkozy porque, para ello, el ministro del Interior debe aún reencontrar el paso.

 

HANNS-JOCHEN KAFFSACK

DPA

 
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