Las unidades de combate de las organizaciones palestinas Hamas y Al Fatah están pertrechadas para un ajuste de cuentas sangriento. Decenas de miles de hombres armados tienen en la Franja de Gaza los dos movimientos rivales.

Y en la lucha por el poder, ambos partidos movilizan ahora efectivos suplementarios. Así, cada escaramuza en la calle podría convertirse en el detonante de una temida guerra civil. Armas no faltan. Tras la retirada del Ejército israelí de la zona fronteriza entre Egipto y la Franja de Gaza, el contrabando por túneles bajo el linde se volvió más fácil. Activistas y bandas criminales consiguen introducir armas, munición y explosivos desde Egipto. Así, el precio de un cartucho de fusil descendió en un año de diez a un solo dólar.

Hasta ahora, la víctima de mayor rango en la lucha por el poder entre palestinos fue el ex ministro para Asuntos de los Presos, Sofian Abu Saida, que en la noche del lunes fue secuestrado por combatientes de Hamas. Pero el político se quedó asombrado cuando descubrió que sus secuestradores apenas eran unos adolescentes. La acción lanza un rayo de luz sobre la composición y la disciplina de las milicias. "En toda mi vida no podría haberme imaginado ser objetivo de milicianos juveniles armados. La mayoría de los encapuchados tenían menos de 18 años", dijo.

Del lado de Al Fatah son las fuerzas de seguridad oficiales las que están en acción, entre ellas unidades de la policía y los servicios secretos. En Cisjordania y la Franja de Gaza cuentan en total con unos 50.000 hombres. Las Brigadas de Al Aksa son el brazo armado de Al Fatah, actúan desde la clandestinidad y están organizadas en células independientes sin un comando central.

Hamas, sin embargo, no tiene ninguna duda sobre sus ambiciones de poder. "Hamas no vino en un tanque, sino que fue votado democráticamente", dijo Abu Muthana Kulab, su portavoz