Había un tiempo en los que Mauricio Macri y José María Aguilar iban de la mano a los programas de TV. Buscaban dar un mensaje antiviolencia. Aunque luego La 12 y Los Borrachos del Tablón se pasearan por la Bombonera y el Monumental como si fueran el patio de su casa.
Macri y Aguilar, además, buscaban enviarle un claro mensaje a Julio Grondona: Boca y River, juntos, componen acaso más de la mitad de los hinchas de fútbol en la Argentina. Y Grondona, el sobreviviente de todos los temporales, comprendió rápidamente y permitió que ambos clubes aumentaran su tajada en el queso de la TV.
Pero Macri y Aguilar entraron hace tiempo en cortocircuito. En marzo pasado, luego de que Macri calificó de "heladera" al Monumental, Aguilar le reprochó duramente el incumplimiento de una promesa de más entradas para River en un superclásico. La situación se recalentó en estos últimos días.
"Macri tiene protección mediática" y "Boca es el buque insignia de la derecha", espetó Aguilar. Y, con Macri fuera del país, el que contestó fue el vice de Boca, Pedro Pompilio: Aguilar "debería mirarse al espejo" para encontrar los motivos por los cuáles no puede caminar libremente por la calle" y ver cuál es "su responsabilidad en la peor gestión económica y administrativa en la historia de River".
Acaso esta última imagen se acerque más a la realidad que la primera. Porque Aguilar, un abogado inteligente y progre, siempre se consideró el polo opuesto de Macri, un heredero conservador. Pero el Boca de Macri ganó todo y el River de Aguilar casi nada. Fue fácil entonces pegarle a River por su desastre económico y sus vínculos con Los Borrachos. ¿Para qué hablar de las prebendas de Macri a La 12 del Rafa Di Zeo o del déficit casi crónico de 60 millones de pesos que registran los balances de Boca pese las ventas millonarias de sus jugadores?
Que Macri goza de "protección mediática" es un hecho cierto. Este cronista, como muchos otros periodistas, lo han vivido en carne propia. Hubo un último y muy claro ejemplo de esta "protección": el piadoso tratamiento de la prensa a la maniobra que hizo Macri para dejar a Vélez sin el entrenador Miguel Angel Russo, que estaba bajo contrato. Ni siquiera Grondona disfrutó de semejante benevolencia cuando dejó a Boca sin Alfio Basile.
El año electoral que se avecina amenaza con profundizar ahora la división. Analistas políticos aseguraron en los últimos días que el DT de River, Daniel Passarella, lanzó sus duras críticas hacia la AFA y Grondona, en pleno caos del Torneo Apertura, a cambio de una sentencia benévola en una causa por evasión impositiva por la compra de un yate. Y, en esa misma línea, sugieren algo similar respecto de Aguilar, que el año próximo podría recibir una condena judicial en otra causa por evasión por su gestión en River.
Si Passarella debía pegarle a Grondona, Aguilar debía hacerlo con Macri, adversario político del gobierno de Néstor Kirchner. Grondona y Macri, dos viejos "protegidos" de los medios, seguramente son merecedores de esas y otras críticas. Pero en la jungla del fútbol, se sabe, son pocos los que pueden presumir de inocentes.
EZEQUIEL FERNANDEZ MOORES
