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Miércoles 20 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
MEDIOMUNDO: Escapar
por CLAUDIO ANDRADE

Tengo un plan secreto para escaparme de este mundo, me escribió Emilio. Casi pude disfrutar del murmullo de su voz a lo largo de toda la frase de su mail. No me dijo cuál era su estrategia, por supuesto, al fin de cuentas se trata de un secreto de vida o muerte. Sin más hurgué en mi memoria a la búsqueda del mío. Sí, yo también tenía entre carpetas un plan secreto para fugarme cuando el alma me dijera basta.

Durante todos estos años, los libros han servido de refugio a las crisis más diversas. Son islas esparcidas sobre un imaginario mapa que con los brazos abiertos reciben a los atribulados viajantes de las emociones. Sobre aquellos retazos de geografía urdí mi propio túnel, mi nave espacial, mi aladelta que me permitirá atravesar la frontera de lo cotidiano.

Supongo que cada uno en el fondo de su corazón debe tener el borrador de una singular escapada o el sortilegio de su fuga.

¿Dónde comenzaría mi aventura? ¿En qué momento daría un paso más hacia el precipicio que todo lo funde y lo desgrana? ¿Qué sentiría en ese momento? Todo esas dudas han cruzado mi mente.

Tengo un amigo, Javier, que asegura que en menos de 10 años subirá con su mujer a un velero y se dedicará a recorrer el mundo. Todavía no tiene el bote, ni la instrucción, ni la contextura física; sin embargo, se muestra confiado de llegar hasta final de su sueño. Que sería apenas un principio. Puerto de Buenos Aires, puerto de Valparaíso, puertos de Londres, Francia y España, enumera y se entusiasma mientras sostiene en su tenedor una porción de asado.

Tengo la hipótesis de que la vida se divide en etapas. Y estas etapas se encuentran vinculadas con intensidades de energía que a su vez poseen múltiples colores. Las tonalidades remiten a pasiones distintas.

Llegado el momento, uno sabe si ha atravesado el límite de lo conveniente, si ya no es hora de cambiar. Los gorilas, las ballenas, los delfines no cambian, aun poseyendo un altísimo grado de inteligencia. Están impedidos de abandonar su ser constitutivo para volverse otro. Exactamente esto distingue al ser humano del resto de los animales, su capacidad de transgredirse a sí mismo y de pensar desde cero o desde 1 la máscara y el fondo de su estructura.

Un hombre, una mujer pueden reinventarse varias veces a lo largo de su vida. Hoy lo ves, mañana no lo ves. Hoy usa una computadora, mañana una caña de pescar. Hoy es masculino, mañana femenino. Hoy terrestre, mañana, sin duda, marciano. Y así.

No estoy seguro de dónde puede terminar esta travesía pero si sé perfectamente en qué lugar comienza: en los libros, en conversaciones inspiradoras, en viajes que inducen a otros viajes, en películas que hacen una metáfora de la realidad, en la historia de los otros. En sus experiencias. En sus sueños que reformulamos y volvemos parte de nuestra intimidad.

¿A qué podríamos temerle? El mayor de los desafíos es el más obvio, vivir hoy. Vivir ahora. En 100 años seremos parte del polvo de la Vía Láctea. Entonces ya no importará como importa en este momento.

Tengo un plan para escapar, para ser, no ser y volver a ser. Empieza justo con estas líneas.

 
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