Corría 1937 cuando Walt Disney presentaba su primer largometraje totalmente animado. El director había logrado, hasta ese momento, éxito y reconocimiento (incluidos ocho premios Oscar) en el terreno de los cortometrajes pero pocos tenían fe en su improbable emprendimiento de captar la atención del público infantil en una cinta de 90 minutos de duración. Sin embargo, "Blanca Nieves y los siete enanitos", un proyecto de tres años de trabajo, un millón y medio de dólares de inversión y la labor de 570 artistas, se transformó en un éxito inusitado. No sólo recaudó 8 millones en las deprimidas boleterías americanas de la época sino que permitió reconocer el talento de Disney a la hora de innovar para atraer a una audiencia mayoritaria. Su gran paso fue comprender el hecho de que los niños asistían acompañados por sus padres a los cines por lo que tenía que entregar un producto que fuera atractivo para ambos. El aporte fue brindarle a Blancanieves y el Príncipe un dibujo más "realista" y a los enanos una imagen más "humorística", diferenciación que le permitió acceder a ambos grupos de espectadores.
Transcurrieron muchos años hasta que la Academia nominó para la categoría de Mejor Película a "Mary Poppins" (1964), filme que combinaba criaturas de carne y hueso con apariciones animadas hasta que en 1991 "La bella y la bestia" se convertía en la primera producción animada en ser nominada en este rubro. Recién en 2001 se creó un nuevo premio para Mejor Película Animada que cayó en manos de "Shrek".
Durante la hegemonía de Disney, las sucesivas cintas trasladaron las fórmulas originales que, poco a poco, comenzaron a lucir antiguas para las nuevas generaciones y el público se redujo al nicho de los pequeños espectadores. Era necesario un cambio que fue dado por la unión entre Pixar y Disney con los filmes animados por computadora que generaron una visión diferente y un aire de renovación. Las bases sentadas por "Toy Story" (1995) y su secuela (1999) fueron determinantes para que el clásico dibujo animado fuera quedando guardado, lenta pero gradualmente, en el arcón de los recuerdos. Con nuevas compañías como DreamWorks y Fox decididas a dar competencia al imperio del congelado Walt, las propuestas se multiplicaron y también la necesidad imperiosa de repetir el efecto de Blanca Nieves y lograr la atención de adultos y niños por igual.
En este caso el suceso mundial de la saga de Shrek fue el puntapié inicial para que la animación se adaptara a los tiempos modernos con la utilización de actores reconocidos para prestar sus voces y hasta las apariencias a los personajes, gags dirigidos al espectador adulto en referencia a otros filmes o temas de actualidad y la comprensión de que la inocencia infantil ya no era la misma.
El reciente estreno en VHS y DVD de "Monster House", "Ant Bully" (ver aparte) y "Vecinos invasores" con temáticas que significan mayor compromiso de los pequeños espectadores y una gran complicidad de los mayores, son ejemplos de las increíbles posibilidades del género. Si bien aún son muchos los avances tecnológicos a hacer (la forma de caminar de los personajes es un déficit notorio) es evidente que la animación se ha erigido como la gran dueña de los mayores sucesos económicos a nivel mundial de las últimas temporadas.
El futuro promete nuevas propuestas, surgidas en distintos puntos del planeta (incluido nuestro país), cuyo mérito no sólo será resolver deficiencias técnicas sino adaptarse a los tiempos que corren para atraer a una audiencia cada vez mayor y más exigente.
ALEJANDRO LOAIZA
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