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Domingo 10 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 20 > Municipales
LA SEMANA EN SAN MARTÍN DE LOS ANDES: Ajedrez

Solía tener un compinche de ajedrez, de ese ajedrez irreverente que se apura en clubes, cuya costumbre era comentar jugadas con socarronería. Si el oponente no advertía un movimiento amenazante, decía: "a fulano se le quema la cocina pero él sigue regando el jardín".

Alguna vez, mi amigo ligó una piña por sus modos, lo que no deja de ser otra reacción impropia entre caballeros ajedrecistas.

El sábado se hizo un simulacro de evacuación sanitaria en calles de San Martín de los Andes, ciudad cuyo damero es tan simple que ha servido de desafío a los sucesivos gobiernos, para complicar el tránsito tanto como les fuere posible.

La avenida medular del casco es de mano única, pero todas las demás calles son de tránsito en doble sentido. Cuando cuatro conductores con opuestos deseos de doblar se encuentran en la misma esquina, se arman proverbiales galletas.

En el único punto de acceso al casco histórico por el este, hay una "rotondita" que desemboca en la avenida principal, tan bien ubicada que los choferes de los vehículos de gran porte deben tener un máster en trigonometría para superarla.

En fin. El operativo de evacuación sanitaria apunta a asegurar tránsito fluido para ambulancias y bomberos. Buena idea. Pero volvamos a mi amigo ajedrecista y a su burlona frase.

Mientras Defensa Civil trabaja en la calle para ganar segundos y salvar vidas, hay otros riesgos en las "alturas", cuyas proporciones meten miedo con sólo imaginarlas. Defensa Civil, Bomberos, Policías, Hospital lo saben, pero poco y nada pueden hacer sin decisión política. Veamos.

En la semana que pasó, dos viviendas de faldeos del cerro Curruhuinca cobraron fuego. Sólo hubo pérdidas materiales, pero ambos episodios debieran obligar a volver la mirada sobre lo que ocurre en las laderas, donde se multiplican los asentamientos en sitios que ni siquiera tienen calles abiertas.

A apenas unos cientos de metros de los últimos siniestros, se levantan casitas de madera colgadas entre peñascos, con meras picadas por acceso, y rodeadas de frondoso bosque. Piénsese qué ocurriría si se declarase un fuego allí, combinado con un mal viento y un verano seco, donde no puede llegar una autobomba.

Tal vez sea necesaria una norma cautelar, que avance por sobre la ya existente figura de "bosque protector", como una herramienta adicional para impedir más asentamientos e incluso para urgir las relocalizaciones, si fuesen inevitables.

Tomar decisiones puede ser duro. No tomarlas podría ser cruel.

 

FERNANDO BRAVO

rionegro@smandes.com.ar

 
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