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Que el bochorno termine en paz | ||
"Los partidos se terminan cuando acaban". Algunos atribuyeron la frase al célebre capitán uruguayo del Maracanazo, Obdulio Varela. Fue el héroe de aquella final del Mundial de 1950 que Brasil creía tener ganada de antemano y que terminó perdiendo 2-1 ante Uruguay. Cuentan que Boca no fue campeón el último domingo porque tal vez celebró por anticipado. Que los jugadores vieron en los vestuarios un cotillón de gorros y cornetas, las camisetas Nike del Tri, el avión de retorno inmediato para Buenos Aires y el catering en el hotel Intercontinental para la fiesta de esa misma noche que finalmente no fue. Sea quien fuere el nuevo campeón, al fútbol argentino sólo le queda rezar que uno de sus torneos más bochornosos de los últimos tiempos termine en paz. No sirve de consuelo, pero es bueno estar informado para estar atentos cuando alguna voz se sube a un púlpito y cita modelos extranjeros. Por ejemplo, en Francia debió morir un hincha del París Saint Germain para que el gobierno de ese país decidiera clausurar por fin el sector donde se ubica desde los '80 la "pesada" del PSG, los Bologne Boys. Ese grupo de skins eran patrones del sector y prohibían que a esa tribuna del elegante Parque de los Príncipes pudieran ingresar los inmigrantes que ganaron fama provocando destrozos en los suburbios parisinos. Era como la segunda bandeja de la Bombonera exclusiva para La 12 del Rafa Di Zeo. En Francia también hablan ahora del modelo inglés. Pero los franceses tienen miedo de que con las nuevas medidas antiviolencia los estadios queden vacíos, porque la popularidad del fútbol fue siempre mayor en Gran Bretaña. ¿Inaugurará Boca una tendencia con su estadio exclusivo para socios este domingo? ¿Tendrán acceso a la Bombonera sólo los socios y los barras bravas (ellos también, porque siempre entran)? El Apertura concluirá en medio de suspicacias, rumores de incentivación por un lado y de soborno por otro. La caída de Boca y el empate agónico de Argentinos que frenó la cabalgata notable de Estudiantes sirvieron para que algunos resaltaran "la limpieza del fútbol argentino". Pero eso, sabemos, no es más que un lugar común. Está tanto o más sucio que en otras partes. Este mismo martes comenzó en Italia un nuevo juicio por un escándalo. El Genoa en el que jugaba Diego Milito tenía miedo de que su rival en la última fecha del torneo de Serie B de 2003-04, Venezia, fuera incentivado por Torino y que entonces le opusiera mucha resistencia y frustrara su retorno a la A. Optó entonces por sobornar al rival. ¿Igual que en Argentina? Rico de escándalos, el fútbol italiano anunció también el martes el pedido de procesamiento para 21 jugadores, entre ellos Roberto "Pampa" Sosa y Mauricio Pineda, acusados de participar en apuestas clandestinas, algunos de sus propios equipos y cuatro de los cuales están ahora bajo fuerte sospecha de haber acordado respectivos empates. Como también ocurre aquí, algunos en Italia dicen que no es lo mismo acordar un empate, cuando ya no hay nada en juego, que dejarse perder. Pero también sabemos que eso es una estafa. Que el incentivo es primo del soborno. Y que jugar a empatar es primo de jugar a perder. EZEQUIEL FERNANDEZ MOORES | ||
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