CORDOBA (Télam, por Gonzalo Bustos, enviado especial).- El asesino de Nora Dalmasso dejó marcas de sus dedos en el cuello de la mujer, a quien asfixió por compresión manual además de haberla estrangulado con un doble lazo, según informaron ayer fuentes vinculadas a la pesquisa.

En tanto, varios allanamientos ordenados por los fiscales a cargo de la investigación eran realizados anoche por efectivos de la policía cordobesa, en búsqueda de elementos de prueba.

Los voceros detallaron que según los resultados de la autopsia practicada, cuyo informe final estará concluido el lunes próximo, la mujer asesinada en su casa del exclusivo barrio Villa Golf de Río Cuarto, Córdoba, no sólo sufrió la presión de un doble lazo con doble nudo en su cuello, sino además la de dos manos.

Según comprobaron los peritos, en el cuello de la víctima quedaron marcados los dedos del asesino, una indubitable evidencia de que se ejerció presión sobre Dalmasso con intención de matarla.

Este descubrimiento pericial derriba en principio una pista que se barajó en los inicios de la pesquisa, acerca de que la muerte pudo haberse producido en el marco de un juego sexual.

"Fue una muerte por asfixia, un muerte violenta y es un homicidio", expresó uno de los pesquisas judiciales.

No obstante, allegados a la víctima aún descreen de que se haya tratado de un asesinato y sostienen la teoría de una muerte accidental durante un acto sexual.

Por otra parte, las muestras de sangre del único imputado en la causa, el abogado Rafael Magnasco, y del semen hallado en la escena del crimen para comparar sus ADN fueron entregadas ayer para su estudio al Centro de Excelencia de Procesamiento de Córdoba (Ceprocor), en la capital provincial.

Para el peritaje también fueron remitidos pelos encontrados en la cama de la hija adolescente de la víctima, donde yacía el cadáver, para determinar en primer término si tienen suficiente bulbo que per

mita un estudio de perfil genético para compararlo con los de sospechosos.

Las evidencias fueron llevadas personalmente a la capital cordobesa por el fiscal Javier Disanto, para garantizar la preservación de la cadena de custodia de la prueba, quien luego volvió inmediatamente a Río Cuarto para continuar la pesquisa.