SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Los jueces de la Cámara Primera del Crimen le impusieron 13 años de prisión a Rolando Navarro, el joven acusado por el asalto y homicidio del remisero Néstor Cid, y dejaron pendiente otro juicio para establecer la responsabilidad de JPI, que tenía 17 años al momento del hecho y logró fugarse tras la segunda jornada de debate.

La pena impuesta por la Cámara Primera supera en un año a la solicitada por la fiscal Mirta Siedlecki, de 12 años de prisión, pero el pedido de pena del abogado querellante, Mario Altuna, de 16 años de prisión, habilitó a los magistrados a cruzar la barrera del pedido de la fiscal.

En el mismo fallo, los jueces rechazaron la oposición del defensor Gerardo Balog a que se incorporen por lectura las declaraciones prestadas por los testigos durante la instrucción, y ordenaron la remisión de las actuaciones al fiscal de turno para que investigue la probable comisión del delito de falso testimonio. La medida obedece a la grosera diferencia entre los oportunos dichos coincidentes y circunstanciados de varios testigos, que permitieron esclarecer el homicidio a pocas horas de su ocurrencia, y los prestados ante la audiencia de debate, donde negaron saber todo lo que antes habrían dicho, y acusaron a la policía y al juez actuante de haberlos presionado para que declaren como lo hicieron, incriminando a ambos procesados.

Es evidente que los jueces tomaron como válidos los testimonios originales para llegar a una sentencia condenatoria, pero la Cámara sólo difundió la parte resolutiva del fallo, y los argumentos recién se conocerán el lunes.

El hecho juzgado ocurrió a las 14 del 19 de noviembre de 2005 en la esquina de Miramar y Beschtedt, cuando Cid conducía un remise de la empresa CO.RE.BA con uno de los asesinos a bordo. En esas circunstancias, Rolando Navarro, de 18 años, le habría efectuado un disparo que lesionó el pulmón izquierdo de Cid y el cayado de la aorta, produciéndole la muerte en forma casi inmediata.

En la acusación tienen por acreditado que los dos imputados, de 17 y 18 años, habían acordado la forma en que asaltarían a Cid, de manera que el menor abordó el remise y le solicitó a la víctima que lo trasladase hasta el lugar donde lo esperaba su cómplice.

La fiscal Mirta Siedlecki consideró que Navarro era quien portaba el arma homicida y quien efectuó el disparo mortal contra el remisero, y pidió a los jueces de la Cámara Primera del Crimen que le impusieran 12 años de prisión.

El abogado querellante Mario Altuna, por su parte, entendió que se habían establecido los roles que le atribuyó la fiscal a cada uno de los imputados, y pidió 16 años de prisión para Navarro.

En función de la forma en que los asesinos emboscaron a Cid y le dispararon desde atrás y a quemarropa, los jueces se apartaron del mínimo previsto para el homicidio en ocasión de robo, pero al aplicar la pena también tomaron en cuenta las circunstancias personales del imputado y su juventud, dado que tenía sólo 18 años cuando cometió el hecho.

La falta de precaución, de una institución y de personal adecuado privó a la justicia del resto de la verdad, porque la fuga del otro imputado, JPI, desnudó la precariedad de un sistema que posibilitó la fuga de un acusado por un robo y un homicidio sin que nadie lo advirtiera o pudiera impedirlo.