El sábado y el domingo próximos, en la Sala II de Casa de la Cultura, se bailará en Roca "La puñalada", de la coreógrafa Susana Tambutti, interpretada por Rubén Neira. Obra emblemática de la danza contemporánea argentina, fue estrenada por el ya mítico Nucleodanza y recorrió escenarios del mundo.
El pequeño grotesco criollo -según definición de su autora- fue seleccionado recientemente en los Estados Unidos como uno de los más destacados espectáculos de la historia de la disciplina, compartiendo el "Tributo al solo", en el Kennedy Center de Nueva York, con creaciones de leyendas como Martha Graham y Mary Wigman. Al estrenarse en el país del norte, el "New York Times" la eligió entre las diez mejores propuestas del año.
Definida por Susana como "un acto muy espontáneo de los dos; tenía ganas de verla bailada por un hombre y Rubén está a mitad de camino entre un bailarín y un actor, me parece interesante su personalidad, ver qué pasa con la obra en él".
"La puñalada" aborda con humor, patetismo y los recursos coreográficos del cuerpo y la representación, postales de nuestra cultura que han generado interpretaciones que van desde la lectura en clave de metáfora política, la problemática de género, a la crítica cultural.
Abrirá el programa que se presentará en Roca la Compañía de danza Locas Margaritas de Neuquén capital, dirigida por Mariana Sirote.
"Uno de los problemas existentes en los actos escénicos, actualmente y desde hace unos cuantos años, es que resulta muy difícil encasillarlos dentro de una disciplina cerrada. Ya desde los 60, 70, se vienen perforando -por
decirlo de algún modo- las divisiones a las cuales la gente, en general, está acostumbrada. Pensar la danza como una serie de movimientos que expresan un estado emocional, difiriendo de lo otro llamado teatro... Bueno, desde hace bastante tiempo, hay espectáculos que usan textos, los hay muy bailados, bailarines con mucha técnica que realizan cuestiones riesgosas físicas. Hoy por hoy, hay que hablar de hechos escénicos que combinan, a veces, distintas disciplinas de diversas maneras y en diferentes dosis", comienza delimitando Tambutti en su diálogo con "Río Negro".
"Entonces, las definiciones tradicionales nos quedan chicas o no son adecuadas; el espectador se ve bombardeado perceptivamente por estímulos cruzados. De golpe, el bailarín es músico, como Pablo Rottenberg; en otros espectáculos no se baila tanto... Particularmente, 'La puñalada', una coreo que ya tiene 22 años, está también en los límites. Podemos hablar de un especie de contaminación, por darle un nombre. El público, se ve perdido porque se asocia la danza a destreza física, y el otro problema es que la asocia a la palabra, como si los movimientos representaran algo que pudiera entenderse bajo conceptos. La comunicación se hace complicada porque el primer desencuentro reside en que la vinculación simbólica es distinta".
- El movimiento no puede traducirse en palabras...
- Este es el gran drama de la danza. Por lo tanto, hay que educar (sonríe por el término que acaba de usar), acostumbrar o no sé qué, pero la recepción debe pasar porque la gente esté abierta a un contacto perceptivo que no es el concepto. Si no, estamos perdidos. Si no, ¿para qué? Para eso, cuento la coreografía y me voy luego a casa... Lo que me queda por ver es sólo despliegue
físico. De hecho, el ballet no surge como traducción de palabras; es un lenguaje formal que si se quiere usar para decir: esta es mi suegra, sirve. Se utilizará pantomima, llamar a un presentador para que lo diga o escribirlo en el programa. Pero, todos los movimientos, todo el vocabulario del ballet hizo el milagro en 1671, de empezar un código que no se adaptaba al decir del concepto.
El malentendido que nos acompañó tantos años, justo a partir de los '60, se estuvo tratando de desmontar. Los formalismos que aparecen desde entonces e inclusive la entrada sobre el escenario de movimientos cotidianos, pusieron en crisis esa manera de leer la danza. Digo leer con todo el sentido que el término tiene. Una lee palabras, no movimientos.
En los últimos 25 años, contra ese modo de entender la danza, lucha la duplicación representacional: primero hay un artista que traduce en palabras, por ejemplo, José Martí pone sus versos, y luego el bailarín los baila. Quien tomó contacto con la naturaleza, con su relación con el mundo, con su fantasía, fue Martí; el artista que vino después, agregó... Ahora, no es deber de la danza hacer eso. Si hoy hago un ballet y tengo que salir al escenario a explicarlo, me parece problemático...
- Mientras todo esto ocurre, hacia dónde irá derivando?
- Pensar hacia dónde va, supone un movimiento de cadena que, en la historia del arte, se rompe con Andy Warhol y la cultura pop. Si puedo armar una secuencia entre Renacimiento, Manierismo, Clasicismo, Barroco y Rococó, Romanticismo, Realismo; hay un punto de severa crisis marcado por los '50. Cuando se dice hacia dónde va, se piensa en una historia progresiva del arte; progresiva, de progreso hacia un fin; se piensa de una manera teleológica; justamente lo que se rompe en la mitad del siglo pasado. Esto, como ir, no va a ningún lado. No lo digo porque esté mal, sino que la apertura hoy es enorme.
El coreógrafo yugoslavo Josef Nadj (director del Centro Coreográfico Nacional de Orleans, Francia) ha hecho "Woyzeck" con todo el clima de las obras de Franz Kafka; Ennio Greco que junta tradiciones de culturas diversas, entendiendo la danza en un sentido metafísico expresivo de algo personal, individual y subjetivo; después tenemos coreografías maravillosas como "The cost of living" (2003-04), el costo de la vida, del grupo (británico) DV8 que toma un hombre socialmente situado, una problemática marginal... Nombro tres, por hacer una síntesis.
Lo que hay es una suerte de menú a la carta. Cada coreógrafo toma su posición y su pregunta particular trata de responderla con un arte que podríamos decir es danza pero que también es teatro o hay gente que viene de las letras. Hacia dónde va, está marcando casi una dirección única. Bueno, desde mediados del siglo XX, esa unicidad está rota en la danza y en todas las artes.
EDUARDO ROUILLET