Domingo 26 de Noviembre de 2006 Edicion impresa pag. 51 > Cultura y Espectaculos
"El tiempo suele poner las cosas en su lugar"
El poeta presentó dos de sus libros en Viedma.

VIEDMA (AV).- Desde Colonia Sarmiento, en el sur del Chubut, el poeta Juan Carlos Moisés llegó a Viedma para presentar ayer su libro "Museo de varias artes" y compartir textos y conversar con los presentes.

Este libro obtuvo el Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes 2005 y fue publicado por el sello El Camarote Ediciones. El autor también presentó "Palabras en juego", publicado por La Carta de Oliver, premiado en Neuquén en 1999.

Juan Carlos Moisés nació en 1954 en Sarmiento, donde vive con su familia y trabaja como docente de Literatura y Teatro. Cuando tenía 20 años su poesía llamó la atención de Raúl Gustavo Aguirre, quien lo incluyó como uno de los poetas más jóvenes en su insuperada "Antología de la poesía argentina".

Su obra se compone de "Poemas encontrados en un huevo" (1977), "Ese otro buen poema" (1983), "Querido mundo" (1988), "Animal teórico" (2004), además de los libros ya mencionados.

Dedicado al teatro entre 1991 y 1997, escribió y dirigió cinco obras para el elenco que se formó con su impulso, Los Comedidos mediante, con el que obtuvo importantes premios.

 Dibujante, dramaturgo, narrador, a veces ensayista, pero parece que toda su producción está presidida por la poesía. ¿Qué es la poesía para usted?

 Es mi naturaleza. O dicho de otro modo: mi naturaleza es poética. También se me ocurre pensar que la poesía es un acto de fe. Al decir de Baudrillard, la poesía es una especie de santuario, no de lo real sino más bien de la ilusión, que fue exterminada. Debemos convenir que la escritura de poemas es sólo una de las formas bajo las que

se presenta la poesía. En los dibujos, en los cuentos o en alguna de las obras de teatro creo haber frecuentado lo poético.

 En sus libros aparecen muchos elementos de la naturaleza de su región, pero sin embargo su lenguaje es más argentino que típicamente patagónico. ¿Elude el "color local"?

 Sí, como a la peste. El color local tiene una carga predeterminada de sentido que condiciona a la poesía. Prefiero trabajar en los intersticios del lenguaje, buscar lo neutro, los caminos no hollados, ir hacia los hechos y las cosas como si no supiera, como si no entendiera, o como si los viera por primera vez. Mi color local es el asombro. La identidad, en todo caso, es una construcción, se hace cada día.

 Se ha dicho que no sólo es uno de los mejores poetas de su generación sino también un "inclasificable" por su estilo. ¿Se siente ligado a alguna corriente estética?

 Soy un futbolista que devino poeta. Mi formación es tardía y por lo tanto no es clásica. En mi infancia no hubo prácticamente libros. En todo caso, mi infancia, tan vital y feliz, en un pueblo perdido del sur, fue mi biblioteca. Por intuición antes que por convencimiento, fui apropiándome -es una forma de decir- de la poesía de autores muy diversos. En el país, me sentí cerca de la poesía de la generación del 50, en particular la que se difundió en la revista "Poesía Buenos Aires", tanto como la poesía de Rosario que comenzó a publicarse en los setenta. En ambos casos hubo una renovación, un depuramiento de la palabra y del poema como objeto artístico. En poesía que leí traducida, me interesó desde la limpieza de Catulo, los poetas chinos, hasta la poesía narrativa de Whitman. Más cerca en el tiempo, la poesía contemporánea en lengua inglesa a través de Pound, Eliot, Williams, Stevens, Moore, etc, y la poesía italiana encarnada por Montale, Ungaretti, Pavese, Saba. O de la poesía modernista brasileña, a través de Drummond de Andrade, Bandeira, etc. Agreguemos al portugués Pessoa. Con todo, no creo en ismos. Como las flores, sólo en colores y en fragancias.

 Muchos se quejan de la "postergación" que los escritores patagónicos sufren en relación con los de las grandes urbes, ¿comparte esa visión?

 La respuesta no es fácil. En todo caso la postergación de la Patagonia es histórica -como la de otras regiones del país-, en términos políticos, sociales, económicos, culturales. Los escritores no somos la excepción. Vivir en la periferia significa, de algún modo, postergación. Los centralismos nunca son buenos. Quienes vivimos en lugares alejados debemos saber que esas son las reglas del juego. Y no todos los escritores que viven en Buenos Aires acceden a los medios o a las editoriales de prestigio. Un escritor de La Matanza tiene los mismos inconvenientes que nosotros. El poder se detenta de muchos modos. Pero escribir se puede en cualquier lugar. En ese sentido no hay excusas para no escribir bien. Habrá de saberse que, como quiera que fuese, la lucha siempre es a brazo partido. El reconocimiento es otra cosa. El tiempo suele poner las cosas en su lugar.

 ¿Qué pueden hacer los poetas para promover la buena lectura de los jóvenes, aparentemente tan alejados del libro?

 Tarea difícil. La primera obligación del poeta es escribir, y hacerlo bien. Promover la lectura entre los jóvenes requiere una estrategia que deben llevar adelante los ministerios de Educación, las secretarías y direcciones de Cultura, las bibliotecas populares, las juntas vecinales, los medios en general. Sabemos que eso no ocurre o no alcanza con lo que se hace. El poeta debe intervenir, del modo que sea, en la vida del cuerpo social. Pero no sé si hay esperanzas de que la buena lectura alcance a los más jóvenes. El mundo virtual ya está en nuestras vidas.

 A los poetas jóvenes, ¿qué lecturas recomendaría, de autores clásicos o contemporáneos?

 Creo que la única recomendación posible es que hay que leer todo lo que se pueda, sin prejuicios, y no sólo poesía. Hay tanto y tan buenos autores para leer, por otra parte. La formación de un poeta no debería excluir la pintura, el teatro, el cine, y todo lo que tenga que ver con las nuevas tendencias en el arte. Sin despreciar la realidad, que es una puesta en escena fenomenal. De esa actitud omnívora saldrán los autores preferidos o necesarios. Mis autores seguramente no serán los mismos autores que otros lectores elijan. Y hay autores que no llegan a la vida de un lector en cualquier momento.

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