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Domingo 26 de Noviembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 45 > Sociedad
Luthiers de la Patagonia para el mundo
Como efecto positivo de la devaluación, la fabricación artesanal de instrumentos musicales se reactivó en forma notable en la Argentina. Guitarras clásicas y eléctricas; bajos, aerófonos; cajones peruanos y saxos locales compiten con los importados en igualdad de condiciones
Carlos Alvarado, Marisa Contreras, Pablo Parra y Jorge Scarpello, fabricantes y restauradores de instrumentos.
Carlos Alvarado, Marisa Contreras, Pablo Parra y Jorge Scarpello, fabricantes y restauradores de instrumentos.
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NEUQUEN (AN).- Hay guitarras en diferentes etapas de fabricación: cajas, mástiles, puentes. A una -réplica de un modelo Gibbon- sólo le faltan los elementos electrónicos -micrófonos, fichas, cables- y las cuerdas: está hecha con varias maderas y será una de las estrellas esta semana.

Es el taller de Carlos Marx Alvarado en la calle Amaranto Suárez del barrio Belgrano, una ventosa tarde de noviembre. Está en plena ejecución de un mástil para otra guitarra -"fabrico doce por año; hago el mantenimiento de cuatro al mes", afirma- mientras comienza a hablar de su oficio.

En el taller están también Marisa Contreras -su mujer-, el pequeño hijo de ambos y Pablo Parra, también luthier, y Jorge Scarpello, técnico en afinación y restauración de pianos.

Los cuatro corren el velo de un oficio en pleno desarrollo en la Patagonia y que recibió un último e importante envión con la devaluación.

Los instrumentos fabricados por luthiers locales, aseguraron, son de igual calidad que los importados con una doble ventaja: el precio final -un tercio o apenas un poco más- y la garantía del servicio técnico.

Con ese lote de 50 guitarras por año, entre las nuevas y las que prepara, tiene una cartera de clientes -músicos- en una dispersión geográfica que abarca Neuquén y Río Negro. Sin embargo, "recibimos pedidos de cotización en la página web desde Nueva Zelanda".

Por lo general, el oficio se transmite generacionalmente o se aprende en forma autodidacta. No existen talleres ni cursos sistemáticos salvo una escuela técnica en Lago Puelo -"la más austral del mundo"- y la carrera existente en la Universidad Nacional del Tucumán.

Según Marisa Contreras, esto ocurre porque los luthiers son "muy celosos de su trabajo, de sus secretos". Aunque Alvarado es totalmente autodidacta -construyó su primera guitarra a los 12 años porque la que quería equivalía a dos sueldos de su padre, y así comenzó a aprender-, Parra tomó clases con él, al igual que su mujer.

Marisa Contreras fabricó 17 guitarras que donó a una biblioteca popular para las clases y ahora se dedica a la organización de la agrupación de luthiers y el encuentro que hasta mañana realizan en la Sala Saraco y del que participan más de 15 luthiers de Río Negro, Chubut y Neuquén con sus trabajos.

Utilizan maderas patagónicas -radal, lenga, nogal criollo, paraíso- y otras que se importan de Brasil, Chile, Bolivia y Paraguay -guatambú; pino abeto-.

Descartan trabajar para una fábrica o sistematizar la producción pues la realización en serie devalúa el producto automáticamente.

Recuerdan el ejemplo de Antigua Casa Núñez, cuyas guitarras valen una cuarta parte desde que se industrializaron los procesos.

La inversión inicial -sin materia prima- en herramientas -taladros, fresadoras, compresor, lijadoras-, insumos -afinadores, instrumentos de precisión- e instalaciones para un taller ronda los diez mil pesos, dijo Alvarado.

Scarpello es afinador y restaurador de pianos, un oficio que aprendió de su padre en Azul -provincia de Buenos Aires-, a quien le había enseñado su abuelo, y que luego heredó. Desde los 15 años desarrolla esas actividades.

Habitualmente "atiende" un circuito de pianos que abarca La Pampa, Río Negro y Neuquén, aunque ha llegado a realizar afinados en El Calafate y en estancias del sur de la provincia.

Trabaja con frecuencia con la asociación Armonicus, que organiza conciertos de música clásica en la zona, con la Escuela de Música y la orquesta de la Fundación BPN de Neuquén y con el Instituto Universitario Patagónico de Arte, IUPA, de General Roca.

 

GERARDO BURTON

gburton@rionegro.com.ar

 
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