Disparos, explosiones, la niebla de bombas de humo, cientos de policías y cristales rotos: la escuela Hermanos Scholl de la pequeña ciudad alemana de Emsdetten se convirtió ayer en escenario de un sangriento acto de venganza por parte de uno de sus antiguos alumnos. El joven enmascarado entró en la escuela a las 9:30 con dos cañones recortados en la mano y el pantalón preparado con explosivos de fabricación casera.

Fue justo empezaba la primera pausa del día. Una hora y media después lo encontraron muerto en el segundo piso las fuerzas de operaciones especiales de la policía. Supuestamente se quitó la vida después de haber alcanzado con sus balas a tres chicos, una chica y el conserje. En total resultaron heridas 37 personas, cinco de ellas fueron alcanzadas por las balas. El resto, sufrió intoxicación por los gases lacrimógenos de la Policía, golpes en medio de las corridas y ataques de nervios.

El agresor venía al parecer preparando la operación desde hacía tiempo. El joven de 18 años dejó una carta de despedida en Internet en la que expresó su odio por la escuela y habló de profesores que se metieron en su vida y lo dejaron abandonado en un "campo de batalla". Según dijo, la escuela lo convirtió en un perdedor. "Quiero venganza. Todos tienen que morir", escribió.

Posiblemente, la acción en la escuela guardaba relación con un proceso judicial contra él que iba a comenzar hoy por posesión ilegal de armas. "Ningún poli tiene derecho a quitarme mi arma", se puede leer en la carta. Al final, sin embargo, pide perdón y concluye el escrito con las palabras "Me voy".

Cuando escuchó lo ocurrido, el padre del fallecido sufrió un colapso y fue tratado en la estación de cuidados intensivos. Los especialistas de la policía y la fiscalía trataban ayer de comprender qué es lo que pasó en la escuela. También le faltaron las palabras a muchos de los más de 600 alumnos, que tuvieron que ser alojados en un edificio vecino y fueron atendidos por psicólogos. "Fuimos verdaderamente presas del pánico", dijo Miriam, una de las alumnas. "Estaba totalmente en estado de 'shock", afirmó también Katja, una alumna que iba a una clase paralela a la del asaltante.

La policía recibió una llamada de auxilio a las 9:28 horas y pocos minutos después llegaron los primeros agentes al lugar de los hechos. El ministro de Interior del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, Ingo Wolf, afirmó que funcionó sin complicaciones el plan de crisis que fue elaborado después de la masacre de 2002 en una escuela de Erfurt, en el este del país.

El odio del agresor contra su antigua escuela y su frustración tuvieron que haber sido inmensos. Los compañeros del fallecido aseguran que había anunciado un atentado hace años. Muchos lo describen como alguien solitario, sin amigos, que pasaba mucho tiempo en cementerios y era un gran aficionado de videojuegos violentos. En uno de ellos reprodujo su escuela como escenario virtual para tiroteos.

En el patio de la escuela lanzó bombas de humo, hirió a antiguos compañeros y al conserje. Después entró en el edificio. En total provocó heridas de bala a cinco personas. Junto a 16 policías, otras 21 personas -incluyendo a 19 alumnos- resultaron con lesiones. Todavía horas después de la muerte del agresor tuvo que acordonarse ampliamente la escuela. La policía temía que en el coche del fallecido y en habitaciones de la escuela pudieran encontrarse más explosivos. (DPA)