Entonces qué decir si en el club de ese mismo presidente, la plana mayor de la barrabrava ingresa a la concentración y amenaza a los jugadores de su equipo con un balazo en sus piernas si ¡ganan un partido!

Amigos, no han oído nada aún. Porque también ocurrió que dos equipos que debían enfrentarse en cancha neutral y sin público no estaban de acuerdo con ello y decidieron no disputar ese partido.

Pero no es todo al respecto. Tampoco los hinchas de esos clubes estaban de acuerdo con las medidas restrictivas y colaboraron con esos equipos haciendo piquetes en ambas concentraciones.

Antes, hinchas boicotearon a su propio club porque no recibían dinero ni beneficios suficientes (Godoy Cruz vs. Arsenal).

Un plateísta hiere a un juez de línea con proyectil y otro plateísta le da una paliza al agresor porque perjudico a su equipo (Colón vs. Vélez).

Policías que apalean y acribillan a balazos de gomas a hinchas descontrolados (Rosario Central vs. Newell's).

Hinchas que deciden que hasta ahí era suficiente porque su equipo podía ser goleado por su archirrival, deciden detener el partido a puro piedrazo y lo consiguen (Independiente vs. Racing).

Demasiado para una competencia de diecinueve partidos. Demasiado como para creer que se trata sólo de un plan para levantar a Julio Grondona del sillón de la AFA, donde se sentó en 1979 y del que parece no querer levantarse.

Es muy probable que de semejante desmadre haya sectores que aprovechen para desestabilizarlo. Pero es inocultable que existe un vacío de poder como nunca antes en los últimos 27 años. Jugadores, dirigentes, hinchas. Todos deciden, todos desobedecen...

JUAN MOCCIARO

jmocciaro@rionegro.com.ar