LOS ANGELES, Estados Unidos, (Télam).- 'El diablo se viste a la moda' es la nueva película de Meryl Streep, ganadora dos veces del Oscar (en 1979 y 1983).

Es una especie de Cruella de Vil, más aristocrática y menos escandalosa, pero igual de dura y fría. Así es Miranda Priestly, personaje protagonista de 'El diablo viste a la moda'.

Meryl Streep encarna en su nuevo filme a la editora en jefe de la revista de modas más prestigiosa del mundo, que nunca ha podido tener una asistente ideal. Hasta que conoce a la linda, pero de mal gusto para vestirse, Andy Sachs (que interpreta Anne Hathaway).

Por este papel, Streep desde ya comienza a sonar otra vez para los Oscar.

-¿Cómo se sintió interpretando a una mujer tan dura como Miranda?

-No del todo bien. No fue divertido ser una persona infeliz porque en algún nivel Miranda lo es. Creo que obtiene gran satisfacción de su trabajo, que a la vez le ha causado tantas heridas, que al final todo se equilibra en ella.

-¿Se identificó en algo con este personaje?-

No. Mi vida es más fácil porque puedo trabajar y después tomarme una buena temporada libre. Soy una persona muy disciplinada y en muchas formas, el total opuesto del personaje que interpreto.

-¿Cómo creó el personaje de Miranda?

-Inicialmente, cuando leí el guión, no tenía una imagen fija de cómo se vería Miranda. Llegamos a eso gradualmente.

Me interesé más por el motor de su ambición y la necesidad de dar resultados a un determinado nivel y lo que eso exigía y tomaba de ella, cómo eran sus días, ante quién era responsable y de quién era responsable.

-Miranda está siempre muy bien vestida. ¿Se sintió transformada al utilizar ese vestuario?

-Nunca había tenido tantas pruebas de vestuario para un papel en mi vida. Sesenta u ochenta horas antes de que siquiera empezáramos a rodar, y continuaron durante la filmación. Y fue obligatorio porque el escrutinio del mundo de la moda es tal que teníamos que hacerlo bien.

Había tanta gente observando el más insignificante detalle de lo que yo traía puesto, como un láser apuntándonos, y me pareció interesante pero desgastador.

No quisiera tener que vivir en esa

forma. No quisiera tener que ponerle tanta atención a lo que uso cada día.

Este papel me hizo entender bastante a las mujeres que sí tienen que estar pendientes de cómo lucen. Usar un porcentaje del cerebro para escoger los zapatos o el cinturón adecuados, es mucho pensar en nada.

-¿Tiene alguna idea de lo que cuesta su vestuario en la película?

-La mayoría de las cosas fueron prestadas y de bodega, lo cual es otra forma de decir de segunda mano... Pero sí sé que uno de los bolsos de mano que usé costó 12.000 dólares, lo que me resulta casi inconcebible.