Rolando Hanglin ha cruzado, una y otra vez, una frontera, en cuyo límite geográfico cuelga un cartel que dice: "Ni pensarlo. Ni mencionarlo". El conductor y periodista tuvo la valentía de hacer del sexo un tema para reflexiones inteligentes, además de entretenido. Golpeó las infranqueables puertas del tabú a fin de volver cotidiano lo prohibido.

A lo largo de su carrera Hanglin le otorgó una nueva interpretación a la masculinidad mostrándose en la prosa y detrás del micrófono como un tipo sincero, agudo y muy singular.

Sus opiniones han dado a luz una marca, amplificando un sello. Al tiempo que su estilo de vida ha servido tanto como ejemplo de rebeldía ante lo establecido como material de tapa de las revistas que viven los sentimientos ajenos. Para bien o para mal parte de su intimidad es un hecho público.

Se lo ha visto desnudo, con look "pendec", abrazado a una joven dama, en plena acción fogoneando la polémica desde su famoso ciclo RH Positivo por Continental, y ahora último, según sus propias palabras, herido. Muy herido por la separación, por la inseguridad laboral. Por la mala racha, en definitiva.

Uno sospecha que sobrevivirá a todo. Que en breve volverá a sorprendernos. Para nuestra suerte, queda mucho Hanglin por escuchar y descubrir.