A un mes de la misteriosa desaparición de Jorge Julio López, la Justicia ordenó extraer muestras de ADN para identificar a un cadáver hallado horas después de su ausencia, mientras hoy habrá una marcha a Plaza de Mayo exigiendo su inmediata aparición "con vida".
En medio del pesimismo oficial, una pintada intimidatoria apareció en la ciudad de Rosario diciendo que López ya estaba muerto: fue en el frente de la casa que perteneció al ex detenido-desaparecido Carlos Razzetti, justo el mismo día en que se cumplían 33 años del homicidio de su padre, un dirigente peronista que fue asesinado en 1973 por la Triple A.
"1973 Constantino Razzetti + 2006 J. López + Próximo: Carlos Razzetti", rezaba la pintada escrita este fin de semana en el frente de la vivienda ubicada en la calle San Lorenzo 2674, de Rosario, donde vivió la familia Razzetti.
Mientras tanto, el fiscal platense Marcelo Martini dispuso terminar con las especulaciones abiertas en torno al cadáver incinerado que apareció en los alrededores de La Plata justo un día después de la desaparición de López.
Ese cadáver, que pertenece a un hombre de entre 30 y 50 años, apareció a la vera del Camino Negro que une las localidades de Villa Elisa y Punta Lara, en un descampado donde durante la dictadura militar solían encontrarse asesinados a prisioneros políticos y detenidos-desaparecidos.
Si bien desde un principio la Justicia descartó que pudiera tratarse del testigo buscado, de 77 años, lo cierto es que el fiscal Martini ordenó que se haga el cotejo de su ADN con los de los hijos del albañil desaparecido, de cara a poner un punto final a cualquier duda que pudiera surgir.
Es que, en medio de la búsqueda nacional abierta para encontrar a López, su familia, los investigadores, el Gobierno y los organismos de derechos humanos no tienen en claro qué pasó con el ex albañil.
López, detenido ilegalmente y torturado en 1977, se convirtió en querellante y testigo clave en él juicio donde se condenó a reclusión perpetua al ex policía Miguel Etchecolatz, el primer represor sometido a proceso oral por los crímenes de la dictadura tras la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Pero en la mañana del 18 de setiembre pasado, día fijado para los alegatos en ese juicio y fecha en que por primera vez el querellante vería cara a cara al represor, López desapareció misteriosamente de su casa, en La Plata, sin dejar rastros.
Desde entonces, su paradero es un misterio y hasta el Gobierno bonaerense ofreció una recompensa de 200 mil pesos para aquel que aportara datos ciertos para encontrarlo.
Los organismos de derechos humanos sospechan que López pudo haber sido secuestrado por grupos vinculados a los represores, como una forma de amedrentar a los testigos que deben declarar en los juicios.
Desde la sentencia a Etchecolatz, jueces, fiscales, querellantes y otras personas vinculadas a causas de derechos humanos sufrieron una seguidilla de amenazas e intimidaciones.
En este marco, Razzetti dijo que "justo el día del 33 aniversario del asesinato de papá apareció esta pintada (en su casa). Esta amenaza está ligada directamente a la posibilidad de que se reabra la causa judicial por el asesinato de mi papá". (DyN)