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Domingo 01 de Octubre de 2006
 
Edicion impresa pag. 18 > Municipales
LA SEMANA EN SAN MARTIN DE LOS ANDES: Un domingo tranquilo

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Más de 2.000 jugadores fatigan las terrosas canchas de San Martín de los Andes, cada domingo. Son niños y jóvenes de la liga local de fútbol, desde "Primera" a divisiones formativas. A falta de potreros -lo que es increíble para una ciudad rodeada de barrios cerrados y estancias- las actividades se concentran en los campos de Chacra 2. Allí, donde en ocasiones también silban las balas.

La dirigencia de la liga suspendió dos fechas consecutivas, luego de que un proyectil atravesara la pierna de un hincha, en medio de una batahola. Ese mismo día pero en otro partido, un cuchillo estuvo a punto de hundirse en la espalda de un jugador, cuando el encuentro ya había terminado. Era demasiado.

Los dirigentes exigieron reuniones con el municipio y jefes policiales, en un intento por revertir el alarmante cuadro, más propio de las noticias amarillas que acompañan las fechas del fútbol AFA en las grandes ciudades, que de estos bucólicos valles cordilleranos.

El municipio reaccionó: pagará una hora más de adicionales a los policías, que se agregará a lo que ya paga la liga, y los concejales destinarán una partida de 40.000 pesos que no usarán en este ejercicio, para hacer vestuarios y otras dependencias en la cancha principal, como anticipo a la futura construcción de un cercamiento perimetral. Es que la falta de infraestructura, se coincidió, es una invitación al caos.

A su turno, la Policía rediagramará sus escasas plantillas para reforzar la seguridad en los partidos considerados "de riesgo". Todo un avance. Pero sería bueno bucear algo más en aquellos episodios que motivaron tanta inquietud.

Por aquí se sabe que el enfrentamiento entre hinchas que terminó con un joven herido, no fue producto de un desborde en la defensa de colores y camisetas.

Se trata de grupúsculos que arrastran "deudas" de antaño y dirimen en la cancha sus asuntos barriales, territoriales, aunque nada tengan que ver con el fútbol.

Por cierto, comparados con las mafiosas "barrabravas" del fútbol grande, los violentos muchachos locales son aprendices. Pero hay otro hilo conductor entre unos y otros: el escenario.

En las canchas, esas asociaciones ilícitas que son los barrabravas dirimen sus sucios negocios de afuera. Unos pocos mandan y el resto es carne de cañón, las más de las veces con neuronas quemadas en coca y alcohol. Mientras, aquí, los violentos protagonizan escaramuzas en las tribunas, que nacen en las esquinas del barrio y en los días de ocio y cerveza.

El fútbol, por popular e integrador, reúne en un mismo sitio lo más variopinto de la sociedad. La violencia, pues, no es "del fútbol" sino de la comunidad que lo contiene. El fútbol la hace visible, a su modo.

Los violentos que casi se cargan a dos en una dominguera jornada sanmartinense, formaban parte de una cadena de acontecimientos que se inició mucho antes del partido en cuestión, y que se formalizó en la cancha porque -qué paradoja- es el único lugar donde grupos antagónicos conviven, aunque sea por 90 minutos.

Quizá, la manera de evitar la violencia en las canchas mientras no se pueda erradicar de la sociedad, es la llana exclusión de los violentos. Para eso se necesitaría que el propio ambiente del fútbol los reconozca, los denuncie y los aparte. Que los deje sólos y aislados a la más mínima tropelía.

Pero en esta sociedad en la que más de un criminal se pasea orondo por delante del domicilio de su víctima, el principal escollo para maniatar a los violentos es el miedo.

Bienvenidos los nuevos vestuarios y los policías de adicionales, pero tal vez se necesite de algo más para que cada domingo sea "un domingo tranquilo".

 
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Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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