Pero en la mayor parte de los comentarios quedó soslayado uno de los datos salientes de la elección: aun siendo de concurrencia obligatoria, sólo votó el 59,6% de la gente.

Para entender la significación de esa cifra alcanza con señalar que el recordado "voto bronca" de la elección de diputados en octubre de 2001 se tradujo en Bariloche en un 40% de sufragios nulos o en blanco. Pero aquella vez el 71% de los empadronados encontró motivación para llegar hasta la urna.

En la elección reciente el 5,6% de nulos/en blanco fue tomado como prueba de que todo marcha sobre rieles y no hay mayor descontento con la clase política, mientras que la abstención del 40,4% no alarmó a nadie. Hubo incluso varios protagonistas directos de la compulsa electoral que consideraron "importante" la concurrencia. Esperaban que fuera menor.

La situación admite varias lecturas. Es indudable que el elector percibe que el hecho de rehuir el voto no le traerá problemas con la ley, ya que las sanciones no existen.

Pero aunque en la abstención no haya una actitud de protesta militante, sería prudente considerar la masividad de ese rechazo como una señal de profunda indiferencia y descreimiento. Un hastío que lejos estuvieron de desbaratar las promesas de campaña, apoyadas como siempre sobre la lógica: "todo irá mejor si participás con tu voto".

¿Será que muchos interpretan que la ineptitud de los que mandan, la descomposición social y los privilegios del poder son inmunes al simple gesto de un voto?

¿Por qué fue ínfima la cantidad de vecinos que usó el transporte gratuito el día de la elección, como reconocieron en la empresa prestadora del servicio?

¿Cuánto tendrá que ver en esa apatía el doble discurso de quienes se candidatean mientras tienen responsabilidades de gobierno y con toda liviandad proponen ("acceso libre a las costas, planes de vivienda, sanciones a los funcionarios incumplidores") lo que hoy no demuestran voluntad de hacer?

Una de las anécdotas recurrentes de cada elección es el formidable despliegue de vehículos que instrumentan los partidos grandes para el traslado de votantes. Un fenómeno que el último domingo dejó a Bariloche sin taxis y remises de uso libre. La consolidación de esta práctica convive ya funciona como una imperfección asumida.

Aquella norma promovió la creación de una comisión que debía organizar los padrones de Bariloche "por distritos", como ocurre en otros lugares del país y también en Roca. De ese modo cada vecino podría votar en la escuela más cercana, sin depender del chofer partidario. En el Deliberante actual la encargada de convocar a esa comisión es Alicia Grandío (UCR). Esta reconoció que no se reúne desde hace tiempo y que tampoco avanzó otro proyecto presentado de su autoría para imponer sin más trámite el uso de padrones por distribución barrial. "Depende de una voluntad consensuada, de un envión político que los concejales debemos tener", admitió Grandío.

Si realmente quisieran pasar a la historia los padrones de los que todos los dirigentes políticos reniegan, no necesitan tocar la Carta Orgánica. Si aspiran a terminar con la manipulación de voluntades y a no hacer de cada elección un repertorio de mañas y rebusques, bastaría con cumplir una ordenanza.

Mientras tanto, es probable que el 40% siga mirando para otro lado. Y predominará la sensación de que aun un cambio tan modesto es más de lo que la clase política está dispuesta a conceder.

DANIEL MARZAL

dmarzal@rionegro.com.ar