| ||
Réquiem al cartel de Cali, que marcó una era mafiosa | ||
La condena a 30 años de prisión en Estados Unidos de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez, quienes fueron los máximos capos del cártel de Cali, puso fin el martes a una de las más poderosas mafias del narcotráfico, que usó la seducción y el soborno como armas preferidas. El ex director de la Policía colombiana general Rosso José Serrano, quien dirigió los operativos de captura de los dos hermanos en 1995, señaló desde Viena (en donde es embajador) que la condena impuesta a los capos marca el fin de una era del narcotráfico. Los Rodríguez son los narcotraficantes de mayor nivel condenados a prisión en Estados Unidos, a donde fueron enviados en 2004 por el presidente Alvaro Uribe, tras purgar parcialmente en Colombia una pena de 15 años. Los dos hermanos aceptaron su condena tras llegar a un acuerdo con la justicia estadounidense para devolver bienes por 2.100 millones de dólares que hacían parte del conglomerado empresarial que lograron montar con el tráfico de cocaína. A cambio obtuvieron que sus familiares sean eximidos de cualquier persecución judicial en el futuro. "Ellos pretendían que su familia no fuera alterada con más procesos judiciales" y se sacrificaron a cambio, sostiene el periodista Camilo Chaparro, autor del libro "Historia del Cartel de Cali". En su libro Chaparro detalla la forma en que los Rodríguez lograron manipular decisiones políticas a través de una cuidada red de pagos a políticos que desató una investigación judicial conocida en Colombia como "el proceso 8.000". Esas pesquisas lograron determinar que el cártel de Cali financió parcialmente la campaña que llevó al poder al presidente Ernesto Samper (1994-1998). Samper, quien fue eximido de responsabilidad por el Congreso, recordó que fue durante su gobierno que los Rodríguez fueron capturados Bien vestidos, amables anfitriones y con una cuidada red de relaciones sociales, que alimentaron gracias a una extendida práctica de hacer pagos a periodistas y políticos, los dos hermanos tuvieron un "modus operandi" marcadamente diferente de sus rivales del cártel de Medellín. Incluso, aunque el gobierno colombiano nunca lo admitió, miembros del cártel de Cali reivindicaron en varias oportunidades haber colaborado con las autoridades en la persecución del jefe de la organización mafiosa de Medellín, Pablo Escobar, a quien culpaban de haber desatado una guerra sin sentido. Escobar cayó abatido en 1993, tras impulsar una sangrienta oleada de atentados terroristas que se cobró la vida de por lo menos 300 personas en todo el país. "La diferencia esencial con el cártel de Cali es que éste no quería enfrentarse con el establecimiento", señala María Paula Avila, una politóloga autora de un estudio sobre la participación en política de los cárteles de la droga. "Este grupo criminal fue menos agresivo frente a la clase dominante pero no por ello menos criminal y sanguinario ", señala Avila. | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||