ROCA (AR).- Parecía un domingo a la tarde, cuando los vecinos se ponen sus mejores galas. Pero esta vez se las pusieron un día de semana, para volver a "su" escuela, a la escuela que los acompañó durante su infancia y ahora lo hace con sus hijos.
Ayer, La Balsa, más conocida como Escuela 107 de Paso Córdoba, festejó sus bodas de diamante junto a 200 personas entre alumnos, ex alumnos, docentes y ex docentes, autoridades municipales y del Consejo Provincial de Educación, escoltas de escuelas amigas y la comunidad del barrio en general, que se hicieron presentes como retribución a una institución que siempre, desde hace 75 años, está presente para ellos.
Atrás quedaron muchas personas que pasaron por alguno de los tres edificios que la albergaron desde que, en 1931, abrió sus puertas por primera vez.
Varias de esas personas, y algunas de las que dejaron huellas imborrables, estuvieron ayer en la conmemoración contando anécdotas pero sobre todo demostrando que entre ellos y la escuela hay una unión afectiva de por vida.
Los hijos de Augusto Valle, el primer director de la escuela cuando estaba en Julián Romero, Chichinales, y la hija de la primer docente, Delia Gabotto, recordaron la epopeya de sus padres en una Patagonia que no era la misma que ésta, donde lo que primaba era el aislamiento y la humildad de los pioneros.
También estuvieron Mario Alcaraz, el primer director luego de su traslado a Paso Córdoba y la primera docente, Nelly Sogo de Cruz, quienes se encontraron entonces con dos habitaciones y, como único mobiliario, 91 niños sedientos de conocimientos.
Más acá, y hablando del presente de "La Balsa" su actual director, Juan Ernesto Pavón, describió la realidad de una escuela rural y la misión que como docentes e institución los convoca. "La mayoría de los chicos que vienen a esta escuela son hijos de trabajadores, peones, subocupados y desocupados. El desafío es darle a ellos la mayor cantidad de conocimientos y herramientas para que puedan romper con ese círculo", expresó, y por eso el reclamo a las autoridades provinciales para que atiendan las necesidades de la escuela.
Lo más urgente es un salón de usos múltiples ya que el pequeño hall central es el único espacio para albergar al público cuando hay eventos y también hace las veces de gimnasio y patio de recreo en los largos inviernos rurales.
Tampoco el CPE ha dado respuesta al pedido de conexión eléctrica de las 3 computadoras donadas por una empresa y otra más por la Unter que los chicos ven apagadas y preguntan ansiosos cuándo las van a poder usar.
Aun así, la escuela está, y abre sus puertas todos los días como uno de los espacio institucional más importante del sector, dado contención a los chicos y a sus padres en situaciones críticas como la última crecida del río que afectó duramente a esa zona ribereña.