Después de aquella definición de 1981, ante Estados Unidos, cuando Vilas y Clerc perdieron la serie definitiva 3-1 en Cincinatti, ante John Mc Enroe y Roscoe Tanner, varias generaciones intentaron repetir la historia, pero los mejores capítulos se escribieron hasta semifinales, como en 1983, 1990, 2002, 2003 y 2005. Se fue al descenso en 1991 y deambuló hasta 2001 por distintos niveles del submundo de la Davis.

Entre Vilas y Clerc, Martín Jaite, Horacio De la Peña, Christian Miniussi, Alberto Mancini, Guillermo Pérez Roldán, Hernán Gumy, Mariano Zabaleta, Gastón Etlis, Franco Squillari... hasta que apareció una generación de pla

tino que llegó a posicionar a cuatro tenistas entre los diez mejores del mundo. No fue ese tiempo, sino éste de estrellas opacas y rankings en baja cuando Argentina llega a la antesala de su mayor obsesión tenística: la ensaladera de plata. ¿Por qué ahora, entonces?

"Somos un equipo". Es en estas palabras de Agustín Calleri donde hay que buscar la respuesta. Gaudio, Coria, Nalbandian... demasiado ranking, demasiada ambición, demasiado ego.

Hoy las cosas están mucho más claras. Hay un líder indiscutido: Nalbandian, por tenis, por ranking y por personalidad. Lo acompañan Acasuso, Calleri y Chela, tres muy buenos tenistas, pero lejos de David. En este contexto, el cordobés de Unquillo se siente muy cómodo... y los demás también, incluido Alberto Luli Mancini, el hacedor del equipo.

En la Davis, los rankings suelen decir poco y lo que ocurre en el circuito se desvanece cuando se juega la Copa. No hay que olvidar que Marat Safin, el líder del equipo ruso, hoy está 72º.

JUAN MOCCIARO

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