El fútbol italiano es un hervidero. Todavía no se digirió el escándalo por los partidos arreglados que confinó a la Serie B a la Juventud y ya surgió otro. El Inter, que se había autoproclamado el "maestro de la honestidad" está acusado de un presunto acto de espionaje.
La Federación Italiana de Fútbol (FIGC) abrirá una investigación por irregularidades deportivas, entre otras, el supuesto espionaje por parte del club al ex árbitro internacional Massimo De Santis en el 2002.
La investigación es parte de un macro operativo que lleva adelante la fiscalía pública por una trama de espionaje a empresarios, políticos y celebridades. "Es algo sin fundamento. El Inter no tiene nada que ver", se excusó el dueño del club, Massimo Moratti, que admitió, sin embargo, haber recibido un ofrecimiento. "Un tipo (Cipriani) ofreció espiar a De Santis, pero no hubo resultados", señaló.
El propio De Santis acusó al Inter de querer vetarlo y al señalar que "debería jugar consigo mismo, así ganaría todos los partidos sin ningún árbitro que le hiciera daño".
Este árbitro se retiró luego de ser penado por cuatro años al estar involucrado en el escándalo de los cotejos arreglados.