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LA SEMANA EN VIEDMA: Mangazo II | ||
La vecindad del Estado provincial sobre la ciudad de Viedma parecería haber influido notoriamente sobre la idiosincrasia pueblerina, y de hecho viene impregnando a casi todas las actividades, incluso las productivas. A segundo plano pasaron los tironeos entre el intendente Jorge Ferreira y los empleados municipales por el reclamo de incremento salarial, porque trascendieron líneas de pensamiento que van en dirección a pegar un nuevo "pechazo" como aquellos que vivieron a expensas del Instituto de Desarrollo del Valle Inferior. Una pintura de la realidad la marcó la pesada mochila que el consorcio de riego le dejó al Departamento Provincial de Aguas (DPA) que se vio en la obligación de intervenirlo frente a las deudas y la indiferencia de los regantes para "salir a apagar el incendio". Pero en los pliegues del poder cobró fuerza un nuevo antecedente que puede perturbar los presupuestos provinciales: el acueducto ganadero-turístico. El proyecto es ampliamente ambicioso y si se quiere estratégico, tomando en cuenta lo que significará en el siglo XXI el agua en este mundo globalizado. Se trata de trasladar el vital elemento por medio de cañerías con el propósito de mejorar la calidad productiva ganadera en unas 300.000 hectáreas de campos de secano ubicado al sudoeste de la capital sobre el departamento Adolfo Alsina. Existe un doble propósito porque se pretende mejorar la infraestructura turística de numerosos paradores marítimos, ya que se contará con servicio eléctrico. El tendido troncal cuenta con unos 30 kilómetros construidos. La obra costaría unos 34 millones de pesos, de los cuales un 33% ya fueron aportados por el DPA, resta un compromiso del gobierno nacional para completar un porcentaje similar. El trípode, para que quede bien parado, debe componerse con cinco millones de pesos, que supuestamente debería salir de los bolsillos de los productores beneficiados para concluir la obra. Para ese cometido se conformó un consorcio de riego. A su presidente Juan Agostino Andrea, le costó "sangre, sudor y lágrimas" hacerle entender a sus pares la visión sin horizontes y sin precedentes del proyecto, y a duras penas consiguió el aval. En ese momento, se evaluó que el dinero podría provenir de créditos de distintas bocas, pero muchos dejan la basura bajo la alfombra. Una conocida figura resumió y sentenció lo que piensa la mayoría: "....que el dinero lo ponga el Estado, después vemos....". Típico en la ciudad donde según esa línea de pensamiento nada funciona bien en el riesgo privado, como para justificar la necesidad de la injerencia. Contradictoriamente, el emprendimiento ya ha generado alguna especulación inmobiliaria en el Departamento Adolfo Alsina, donde la hectárea viene cotizando mejor que años anteriores. Igual, el dinero provendría de créditos, y que por supuesto el Estado estará en el medio. Para peor, en los círculos oficiales vinculados al desarrollo oficial se está transparentando que ninguna de esas líneas crediticias -denominadas "blandas"- se ajustarían, y en consecuencia sigue cobrando mayor firmeza que al final se tendrá que recurrir justificadamente al único surtidor conocido. Pese al caudal político que consiguió Agostino Andrea como presidente de la Sociedad Rural de Viedma y delegado en Río Negro de la Sociedad Rural Argentina, éste se está preparando para predicar en el desierto. Incluso ya está pensando hacer un paso al costado del consorcio, y con un grupo de vecinos, esperar que el DPA largue el agua para conectarse pagando el correspondiente canon.
ENRIQUE CAMINO rnredaccionviedma@yahoo.com.ar
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