CIPOLLETTI (AC).- "Por cinco segundos esto no terminó en una verdadera catástrofe, tal vez con varios muertos", dijo un veterano vecino de la zona de Cuatro Esquinas, mientras observaba al auto que minutos antes parecía una joyita y que ahora era pura chatarra metido de trompa en un canal.

Es que el hombre había visto, desde unos 30 metros, cómo el auto se desvió y de qué forma, casi milagrosa, no chocó con otro, un Peugeot claro, que iba lleno, al parecer con una familia, en dirección contraria. Y un camión le seguía de cerca y debió hacer asimismo una maniobra brusca.

El conductor, joven, tiene un Dios aparte, pues salió por sí mismo y quedó sentado mirando el auto destruido sin entender bien qué había sucedido.

En efecto, en un accidente ocurrido en la ruta nacional 151 aproximadamente a las 8.45 de ayer, con la carpeta mojada porque hubo a la madrugada una pertinaz llovizna, un Ford Fiesta nuevo conducido por un joven de Centenario que iba hacia aquella ciudad neuquina se fue hacia el carril opuesto, por causas que se investigan, rompió lo que halló a su paso y cayó al canal que corre paralelo a esa arteria.

El conductor es Mario Crisman, de unos 25 años, oriundo de Centenario, donde vive con su familia, y fue derivado al hospital en calle Naciones Unidas, donde se le hicieron los chequeos de rigor y se detectaron algunos golpes producto del feroz impacto.

El hecho ocurrió a unos 150 metros del acceso a la colonia rural Cuatro Esquinas, a casi 3 kilómetros del acceso Moreno hacia el norte.

Sin control

El auto, un Ford Fiesta rojo dominio EPC 334, iba desde Cipolletti hacia Cinco Saltos, cuando de pronto cambió bruscamente de carril, se fue hacia la mano que viene de norte a sur, rompió como si nada la baranda de hierro de un puente de acceso a una empresa, también rompió uno de los pilotes y se estrelló literalmente contra el borde oeste del canal semivacío, con un ruido ensordecedor -dicen algunas personas que se percataron del suceso.

El lado del conductor quedó contra el terraplén pero como en una burbuja, lo que le salvó la vida a Crisman, quien salió gateando por sus propios medios.

El lateral del acompañante está achicharrado, la trompa destrozada, el motor casi afuera de su ubicación normal y el auto, según pudo verse, parecía un verdadero monumento de una tragedia.

"No sé qué pasó. Perdí el control", le habría dicho el joven a la policía de Seguridad Vial del puente caminero ubicado junto al peaje.

Llegaron ambulancias, bomberos y la policía con su jefe Erik Henríquez al frente, tomando huellas, mediciones y otros datos para averiguar qué ocurrió en este caso que podría haber desatado un caos.