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Domingo 10 de Septiembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 42 > Sociedad
HISTORIAS PATAGÓNICAS: Esquiadores y bellezas de espaldas a las tropas
El 8 de agosto de 1939 aterrizó en Bariloche el primer vuelo comercial en temporada de invierno, cuando en Europa asomaba la guerra y junto al lago disputaban las muchachas bonitas por la corona máxima de la región.
Caras y Caretas con nota gráfica del invierno de 1939 y llegada del primer avión de la temporada.
Caras y Caretas con nota gráfica del invierno de 1939 y llegada del primer avión de la temporada.
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Los años 1938 y 1939 no resultaron buenos para gran parte del planeta, casi siempre con algún caos telúrico y los repetitivos aprestos de tropas de los imperios o gobiernos expansionistas. Pero en San Carlos Bariloche mantenía su perfil de edén lacustre: lejos de los conflictos, amasaba un proyecto turístico moldeado en el progreso.

Los planes edilicios, carreteros y de infraestructura, básicos para los viajeros de entonces, acicalaban lugares que pasaron a ser los emblemáticos de la región y siguen siendo la postal que no alcanzó a ver el gran pionero Primo Capraro, precisamente quien mandó imprimir en 1925 tarjetas postales de los panoramas de la región (suscriptas y fechadas por Capraro en la colección de quien esto escribe). Aparecieron al paso por Bariloche del famoso general norteamericano Pershing, visita que oportunamente se evocará en estas páginas..

Las postales que no pudo imprimir Capraro fueron las del Llao Llao inicial. Menos aún las del segundo edificio que, entre las cenizas, reemplazó al primero.

Tampoco pudo retratar el Centro Cívico, ya que aquel pujante italiano llegado del Véneto (nacido en Belluno), sometido al encanto de Treviso y -más aún- la fascinante Venecia, se suicidó en Bariloche el mediodía del 4 de octubre de 1932 y el balazo que eligió como punto final de sus epopeya, derrumbó los 130 kilos de su corpulencia, definitivamente.

El primer hotel Llao Llao fue construido pocos años después de aquel suicidio, en noble madera. El afirmado camino que le llegó desde el pueblo, costó a varios accidentes que se sumaron a otros derivados del acelerado plan por erigir el Centro Cívico.

Los años '38 y '39 culminarían con un verano récord de 3 mil turistas, aunque la cifra cayó al año siguiente, quizás por el escepticismo que infundió la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, también a fines de la década de los '30 se decidió mejorar el servicio de transporte hasta el lago Nahuel Huapi que ya había comenzado a abastecer de turistas a la región a partir de diciembre de 1934 con el arribo de los primeros trenes. A ese servicio invalorable que partía desde la entonces pomposa terminal ferroviaria de Constitución, se agregaron los planes de servicios aéreos regulares que, en el invierno de 1939, tuvieron su primer vuelo -de dos programados- destinados a atender la incipiente temporada invernal.

 

Escalera de madera

 

Aquel vuelo lo cumplió la compañía Aeroposta (que se años más tarde se transformaría en Aerolíneas Argentinas) y su avión Junker operado por cuatro tripulantes aterrizó en su pista apenas enripiada del viejo aeropuerto a las 12 y 30 del martes 8 de agosto de 1939. En su última etapa hacia el Nahuel Huapi había despegado de Trelew a las 9 y 30 de la mañana y seguiría según La Nación del 9/8/1939- a la mañana siguiente en vuelo directo a Bahía Blanca.

En 1938 ya habían comenzado los vuelos experimentales en aparatos militares que salían de El Palomar que basaban las razonables esperanzas de abreviar los largos viajes en tren. Ya el 26 de agosto de 1938, el vagón postal de la formación hacia el lago, descarriló, afortunadamente después de pasar el Cañadón de la Viuda, donde sí se habría precipitado una catástrofe. Cundió el pánico entre los pasajeros, entre los que estaba un hijo de Capraro (Francisco) y el recordado peluquero de Berisso, pero barilochense adoptivo, Adolfo Pendón, quienes pudieron "contar el cuento".

De los 17 turistas amantes del esquí que arribaron a Bariloche en el primer vuelo comercial en temporada de invierno, bajaron por una precaria escalera de madera Luis Ortiz Basualdo y José Mianovich. Se eternizaron en un fotografía junto al acanalado fuselaje del Junker. La foto integró la nota gráfica que publicó Caras y Caretas (y que ilustra esta página) sobre la temporada en la nieve, tanto en el Cerro Otto como en Catedral, y con una vista de gran parte del avión aterrizado.

Algunos esquiadores se hospedaron en el ya reparado Hotel Parque, que había sido el apeadero preferido del ex campeón europeo de esquí y figura decisiva en el trazado y diseño de las pistas del Catedral (Hans Nöbl). Inicialmente de madera, el hotel se incendió en la noche del 19 de diciembre de 1936 y las llamas atraparon a un flamante matrimonio que en luna de miel se proponían a pasar las fiestas de fin de año junto al lago.

En el fatídico 1938 exactamente el 11 de enero- mientras la esposa del presidente Agustín P. Justo pasaba unos días en Bariloche, tres jornadas después que el primer mandatario argentino y su igual brasileño -Getulio Vargas- inauguraran el puente internacional de Paso de los Libres, en vuelo de regreso se mató Eduardo Justo, hijo del presidente. En cambio, el avió había logrado capear la tormenta y llegado sin dificultad a El Palomar.

Será el '38, el año de convulsión europea. Hitler decidió la ocupación de Austria y sus tropas se posesionaron de Viena. Ingenuamente Chamberlain volvió de Munich con pactos que agitó al bajar en Londres y dijo: "Traigo la paz para toda una generación".

 

Terremoto en Chillán

 

El '38 arrancó conmovedor. El 18 de febrero se suicidó Leopoldo Lugones tras tomar una pócima de veneno en una habitación del recreo El Tropezón del Tigre. Varios meses después en la madrugada del 25 de octubre- lo haría en Mar del Plata Alfonsina Storni, sumergiéndose frente a La Perla . El '39 comenzó con el balazo que se pegó el 5 de enero- Lisandro de la Torre y 19 días después un terremoto abatió a 30.000 chilenos bajo los derrumbes en Chillán y Concepción. En marzo, solemnemente, asumía Pío XII, trepado al reino terreno de la Iglesia, mientras Alemania invadía Checoslovaquia. En Bariloche, donde desde abril de 1938 se editaba el importante semanario La Voz Andina (LVA), la publicación lanzó -en el invierno del '39- la elección de la primera Miss Bariloche coronada en esa población sureña.

La elección consistía en la remisión de los cupones para el voto que aparecieron todo el mes de julio en el semanario. Los lectores debían remitirlos a la redacción de La Voz Andina. El cúmulo de votos de las preferidas de los barilochenses aparecieron publicados semana a semana, y el revuelo pueblerino por el éxito de los cómputos parciales, mereció alargar el concurso hasta fines de agosto. De manera que simultáneamente a los acontecimientos europeos que parecían desembocar en una conflagración múltiple, por un lado, y una temporada de esquí excepcional para los encumbrados visitantes llegados en tren o en Aeroposta y que repetían sus descensos en Cerro Otto o en Catedral, por el otro, los vecinos del Bariloche en pleno remozamiento, centraban sus expectativas en la búsqueda de la mejor belleza lugareña. Los 14 votos que consiguió Margarita Wharton para puntear la primer semana de julio, no incidirían sobre postulantes de tan sólo un voto como el de Irene Bresler.

Esta nieta del coronel bóer Martin Daniel Bresler, pionero colonizador del Lácar, y ex ayudante del famoso general Deweet en la guerra anglo-bóer, era apenas una más entre los muchos descendientes del coronel.

 

Bresler y La Razón

 

Carlos Bresler, por ejemplo, que residía en Bariloche, esperó en el invierno de 1938 la llegada del doctor Antonio M. Lynch, a quien no sólo le apasionaba el esquí sino también el golf y la equitación, para que, en representación del presidente de Parques Nacionales Exequiel Bustillo, aprobara su plan urdido con Diego Niel y Bergt Ohlson. Consistía inicialmente en mandar una representación barilochense al campeonato anual que organizaban en Junín de los Andes y a la vez construir una pista de equitación de 100 por 50 metros con galpones y caballerizas en Bariloche. Pretendían que la pista se ubicara "detrás de la sección Movilidad de Parques", cerca del lago y "con buen drenaje".

El 25 de febrero de 1931 quedó organizada en Bariloche la sección regional del Touring Club Argentino estableciéndose por elección la comisión directiva, cuando era inminente la llegada de los príncipes de la corona inglesa como escala en una larga gira sudamericana. La asociación rival del Touring -el Automóvil Club Argentino- les había ganado de mano, y su comisión la presidía nada menos que Primo Capraro.

La elección en el Touring determinó que la seccional sureña la presidiría Juan Ryno Bresler, quien pocos días después recibió el saludo del recién llegado -en automóvil- Enrique Saint (pope del chocolate en la Argentina y también directivo del Touring), a quien acompañaba su esposa, Luisa Martínez de Hoz.

Juan Ryno Bresler figuraba en la brevísima guía telefónica de Bariloche con el número 56. Para entonces se ocupaba de la venta de artículos eléctricos y de música, además de tener un taller mecánico y ser corresponsal del diario capitalino La Razón.

Irene Bresler pasó el domingo 9 de julio amargamente: seguía invariable con un voto y en el último puesto junto a Matilde Capraro y Aída Pellegrin. A la Wharton la desplazó Hanni Ihl con 37 votos y las esperanzas sucumbieron.

El sábado 15 de julio, la desazón fue total para Irene Bresler: seguía con un voto y Violeta Bresler sumaba 4. En la punta, Hanni Hihl: 41. El único consuelo: se inauguraba en el regimiento local la sala militar de cine con 3 películas y el Noticiero Mundial. El corresponsal en El Bolsón de LVA, Dr. Rodolfo D. Venzano, daba cuenta de las mejoras del correo; y el cronista social de Bariloche destacaba la paternidad de Francisco Capraro (nació una hija). Pocos franceses todavía festejaban el siglo y medio de la toma de La Bastilla. La lista de bellezas publicada el 22 de julio dejó a Irene Bresler en la quinta posición con 51 votos, lejos de la puntera Nelly Boock, con 130. No sería la última y se tenía fe.

(Continuará)

FRANCISCO N. JUAREZ

fnjuarez@sion.com

 
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