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Domingo 10 de Septiembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 50 > Cultura y Espectaculos
Demasiada sangre, demasiado tarde

Más allá de cualquier definición erudita sobre el cine y sus variados estilos, es claro que cuando uno decide optar por un filme de terror, espera eso y no mucho más. Naturalmente que, si viene acompañado de un guión inteligente y nos depara sorpresas, mucho mejor aún. El género del horror ha sido transitado en tantas oportunidades que no es fácil hallar experiencias novedosas pero, al menos algunas, que exhiben los mismos artilugios una y otra vez, logran atrapar al espectador, a pesar de carecer de originalidad.

El problema con "Hostel" es el lamentable tiempo que se toma el director para insertar al público en la trama: alrededor de 40 minutos de comenzada la cinta, se siente el primer golpe de efecto que nos indica que vamos (o intentaremos) asustarnos. Hasta ese instante, sólo una introducción tan efímera como ambigua más las aventuras sexuales de tres amigos (dos americanos y uno islandés) por Europa comienzan a aburrir y, a pesar del golpe de efecto casi infantil de la música, cuando un extraño les ofrece un hostel en Eslovaquia donde encontrarán las mujeres que desean, lo que nos asegura que hallarán mucho más que eso, nada parece ocurrir.

Una vez que la acción nos traslade a un mundo de pesadillas con una sociedad secreta que disfruta de los placeres de la tortura con víctimas incidentales, no alcanzará el uso de los recursos sangrientos en su máxima plenitud, ya que el relato no logró brindar en sus inicios la necesaria cuota de interés para que sea posible consustanciarse con los héroes/víctimas de turno.

Los efectos especiales de maquillaje de Gregory Picotero y Howard Berger son asombrosos al igual que el diseño de producción de Franco-Giacomo Carbone, acentuando la tragedia con colores cada vez más oscuros a medida que la trama avanza.

El elenco de figuras jóvenes cumple con su cometido mientras la decepción se apodera del espectador en una cinta cuyo director, Eli Roth, cargaba con notables laureles previos en su haber y que lleva la firma como productor del siempre sorprendente Quentin Tarantino. A quien seguramente le deben haber fascinado las escenas de mutilaciones varias pero no mucho más que eso. Quizás si todo hubiera comenzado antes, la historia sería distinta. (A.L.)

 
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Diario Río Negro.
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