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Sábado 09 de Septiembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 17 > Regionales
Mal, pero con buena música
Un tema mozartiano, la "Pequeña Serenata Nocturna", hizo más llevadera le espera telefónica a la que fueron sometidos dos periodistas de "Río Negro" que, optimistas, intentaron conseguir copias simples de los decretos que autorizaron el gasto de 50 millones de dólares del "Plan Integral de Seguridad" (PIS), puesto en marcha por Luis Manganaro cuando fue ministro.

La peregrinación comenzó a fines de julio en Belgrano 352. Allí, a menos de cien metros de la Casa de Gobierno, está el Digesto provincial, una oficina donde, presuntamente, se recopilan leyes y decretos de la provincia. Sí, pero no, porque a la solicitud de los decretos ansiados una empleada contestó que "el archivo provincial no posee la información", y que el pedido debía ser llevado a la oficina de Leyes y Decretos, ubicada en el interior de la Casa de Gobierno. Los periodistas no habían empezado por ahí porque en una página de Internet se informa que para conseguir leyes y decretos hay que ir al Digesto.

En esa oficina un empleado que quiso saber, antes que nada, de dónde eran los visitantes, pidió los números de los decretos, a lo que se le contestó que de los decretos no se podía saber nada porque no se habían publicado, como es usual, en el Boletín Oficial. Lástima, porque como no se dispone de un archivo por temas, se torna imposible ubicarlos. Quedó, como premio consuelo, la sugerencia de ir a buscarlos al ministerio de Seguridad.

El ministerio no es secreto, pero casi, porque funciona en un edificio sin identificación sobre la calle Roca, a media cuadra de la avenida Argentina. Los buscadores se enteraron allí de que el nombre correcto del plan era "Plan Integral de Seguridad" y que existía un organismo creado junto con el plan, conocido como "la DEPIS", que es la Dirección Ejecutiva del PIS.

Para instalar a la DEPIS el ministerio alquiló una residencia en Caviahue 145. Allí tiene su despacho el director, ingeniero Daniel Rimada. Un funcionario, el mencionado Berraondo, mostró cierto asombro al saber que queríamos los decretos -a su juicio "reservados"- pero igualmente consultó a Rimada. La respuesta fue que consultarían a la ministra, Susana Arévalo, y contestarían en un par de días. De ahí en más fue imposible encontrar no ya a los decretos , sino a los encargados de su custodia en el ministerio, a saber: Berraondo, Rimada y Arévalo.

 

La serenata

 

La primera consulta, en el Digesto, había sido un martes, 25 de julio. Miércoles y jueves Rimada y Berraondo desaparecieron de las oficinas que suelen frecuentar. El viernes, no obstante, se encendió una lucecita de esperanza cuando, por teléfono, alguien de la DEPIS dijo que Berraondo estaba en el ministerio. El ministerio no figura en la guía telefónica pero, por fortuna, se pudo conseguir el número. Se escucharon entonces, después de que una empleada dijo "un momento", los acordes de la serenata. Después hubo un largo silencio, y por fin la comunicación se cortó.

A una nueva llamada contestó un empleado, que prometió buscar a Berraondo cuando se le dijo que en la DEPIS habían informado que estaba allí. De nuevo la serenata, hasta que el empleado volvió al teléfono. Dijo que Berraondo no estaba. A la insistencia del periodista contestó diciendo que "físicamente" el requerido no aparecía. Y rió de buena gana cuando el periodista le preguntó por el espíritu.

A seis días de la primera conversación con Berraondo, el empleado de la DEPIS pudo ser ubicado telefónicamente. Luego de pedir disculpas por su falta de respuesta inicial explicó que había derivado el tema a Rimada, quien a su vez consultó a la ministra. Sin embargo, aún no tenía respuesta, ya que tanto Arévalo como Rimada se encontraban en Buenos Aires para participar de la presentación en sociedad del Plan de Seguridad neuquino. Finalmente, Berraondo dijo que no sabía del lugar en el que se haría el congreso de Seguridad organizado por Sobisch en Buenos Aires. No podría, por lo tanto, ubicar ni a Rimada ni a la ministra. Karina, la secretaría privada de Arévalo, nos sabría informar mejor. Ella también dijo desconocer el lugar del encuentro. En horas del mediodía podría dar más detalles, lo que no ocurrió. Ese fue el último contacto con Karina, ya que los últimos llamados, realizados el miércoles 2 de agosto, no fueron contestados. La secretaria pasó de reunión en reunión y todas las comunicaciones fueron rechazadas por una eficiente operadora.

Entre tanto, el pedido de autorización a Arévalo para liberar los decretos reservados ya había sido elevado por las autoridades de la DEPIS, por lo que un viernes, a ocho días de iniciadas las gestiones de obtenerlos, se daría una respuesta. Pero aquel viernes, y otros tantos que vinieron después, quedaron atrás, muy atrás, en medio del silencio.

 

JORGE GADANO

LUCIANO MAGGIO

 
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