Si existe una palabra que causa zozobra por sus implicancias se llama intervención.

En Viedma, pareciera que no todos toman al término con seriedad y al pie de la letra en cuanto a su significancia. Es que a veces sirve para desligarse de compromisos y responsabilidades, sobre todo cuando falta dinero en el medio.

Un capítulo más de este tipo de antecedentes se comenzó a escribir. En estos días al Consorcio de Riego del Valle Inferior le caerá por encima esta figura, anunciada la semana pasada.

"Justo aquí" ocurren estas cosas, confesó el titular del Departamento Provincial de Aguas (DPA), Horacio Collado. Claro, la aseveración demuestra cierto desaliento de cara a que está para crearse el consorcio de regadío del acueducto ganadero-turístico y nunca hubo problemas para constituir otros consorcios en el interior de las provincia. Pensó en voz alta y con buenas intenciones aspirando a que también en el Valle Inferior se trataba de que a un juguete se le diera cuerda y se valga por sí mismo.

Ocurrió lo contrario. Se nota que los resortes de la cuerda se extendieron demasiado y además, a veces, suele suceder que los niños se exceden en el entretenimiento y los juguetes se rompen incluso por cansancio de material.

Obviamente, que no es lo mismo un juguete que una entidad -o dos, después veremos- en la que confluye un grupo humano de características e intereses heterogéneos.

Pero el DPA se tuvo que hacer cargo de una brasa caliente. Los consorcistas se mostraron indiferentes para tomar un compromiso de revisar papel por papel, el motivo por el cual hubo un faltante de $140.000, con denuncia penal mediante. Hicieron caso omiso a que en el libro de caja existen acreencias por $600.000 que deben salir a buscarse tranquera por tranquera, mientras que en el "chanchito" hay más 400.000 ahorrados.

Con este panorama, Maximiliano Bruno, tendrá desde esta semana la doble función: hacerse cargo del consorcio sumando la misma función en el Idevi.

Vaya paradoja, cuando el ex gobernador Verani intervino el Idevi en el marco de un profundo recorte presupuestario en 1996 se creó el consorcio. Todo un mensaje. Algo así como "a ver muchachos, el esfuerzo que ya hizo el Estado entregando parcelas, créditos, prebendas, etcétera......debe ser compartido".

El terreno de las utopías pareciera no tener límites en el horizonte. Justo con el anuncio de la intervención cobró fuerza una versión de que se está trabajando en un anteproyecto para modificar la Ley 200 de creación del Idevi y que un cuerpo colegiado con una pata municipal adentro tome las riendas.

Primero habrá que aprender de las lecciones. El ente de desarrollo se administraba con una suerte de democracia participativa, con representantes de los chacareros que cobraban un sueldo estatal. Más allá de importar trenes españoles durante el gobierno de Massaccesi, si hoy el Idevi está produciendo para el mercado regional o exportando es por el esfuerzo de unos pocos que reúnen condiciones empresariales de perfil bajo. Se fracasó en la colocación de productos en el Sur, nunca pudieron establecer relaciones maduras con Brasil y a nadie se le ocurrió que a lo mejor comprando una góndola en el Mercado Central de Buenos Aires los productos primarios tendrían una colocación segura.

Las políticas crediticias continuaron, sigue habiendo deudores, y hay que mirar la historia reciente para no repetir errores. Por ahora, la teta del Estado se parece a una vaca Holando-argentina con las ubres cargadas y a punto de entrar al tambo.

ENRIQUE CAMINO

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