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Domingo 20 de Agosto de 2006
 
Edicion impresa pag. 16 > Municipales
LA SEMANA EN SAN MARTIN DE LOS ANDES: El pacto

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No son pocos quienes afirman que las guerras del futuro serán por el agua. Es una hipótesis de conflicto que ya pinta mapas en institutos militares. Acaso sería bueno releer "El pozo", ese fantástico cuento de Augusto Céspedes sobre la guerra del Chaco, para entender cuánto se puede sufrir por una gota... de nada.

Pero antes de preocuparnos por el agua que no vamos a tener, sería prudente inquietarnos por el agua que tenemos. Y San Martín de los Andes es un lugar tan bueno como cualquier otro, para empezar.

Las playas del lago Lácar fueron cerradas al público durante el verano pasado. Una verdadera vergüenza, si se asume que en los `90 se habían recuperado de la contaminación, merced a la instalación de una planta de tratamiento de líquidos cloacales de última generación, a base de reactor biológico.

En 2005 y después de mucho penar, fue necesario instalar un nuevo sedimentador para multiplicar la capacidad de procesamiento. El dato es que, según el plan maestro, esa obra estaba prevista para 2012, conforme la proyección de demanda. El complejo estaba preparado para tratar 4.500 metros cúbicos de caudal, pero durante la última canícula se vio sometido a 7.500.

La "explosión" sanmartinense obligó a anticipar los hechos en siete años. Bien, eso no es nada... Por estas horas, técnicos de la Cooperativa de Agua Potable ya prevén la necesidad de apurar una "planta espejo" sobre el Lácar, que estaba prevista para 2035. Y eso, de modo independiente al complejo de similar función que se proyecta en tierras del Ejército.

Mientras tanto, San Martín sigue sin tener una legislación específica para el desarrollo del área Lolog, lago que alimenta al arroyo Quilquihue y del que la ciudad toma el agua para su consumo. También circuló un proyecto para beber las aguas del Lácar en simultáneo con Quilquihue, pero su suerte ha sido esquiva.

Lo que está claro para los especialistas es que, si no se asumen medidas (ya hay gestiones), todo el sistema de saneamiento y abastecimiento de agua podría colapsar entre el corto y el mediano plazo.

Pero el agua no es el problema y los actuales temores sobre ella son, más bien, consecuencia de otros desaguizados. Aunque resulte obvio, debe recordarse que el crecimiento desbordado sin acompañamiento de infraestructura es la razón del desmadre.

Más de un connotado sanmartinense ha dicho en reuniones de café, un poco en broma y un poco en serio, que ya es hora de poner una "tranquera" en la Pío Protto, esa curva de faldeos por la que discurre la ruta 234 para ingresar al casco urbano.

El caso es que no se puede, al menos no como quisieran algunos fervorosos. Pero tal vez la ciudad pueda darse un "pacto". Un acuerdo que se vehiculice entre fuerzas políticas pero que se haga carne entre vecinos e instituciones, no para impedir que la ciudad crezca -lo cual es inevitable-, sino para darle orden y consenso a ese crecimiento.

Hay experiencias puntuales aquí, como los consejos asesores o el "presupuesto participativo", pero se necesita avanzar mucho más y con una mirada integral, que permita delinear un consenso de ciudad.

Sólo un acuerdo de ese tipo, al estilo de las llamadas "Agendas 21" o similar, haría que las políticas de planeamiento se continuasen de un gobierno a otro, sin que el que venga se sienta tentado a hacer tierra arrasada.

Los ciudadanos serían los garantes últimos de esos acuerdos, y los políticos imprescindibles intérpretes y ejecutores. Lograr semejante nivel de convicción no es fácil, pero es urgente.

 

FERNANDO BRAVO

rionegro@smandes.com.ar

 
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