Número de Visitas Agréguenos a Favoritos 
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
 
Domingo 20 de Agosto de 2006
 
Edicion impresa pag. 30 > Policiales y Judiciales
LA SEMANA EN CIPOLLETI: Ser o no ser

Click para ampliar

En la masacre del laboratorio la polémica fue por las pericias papiloscópicas. Unos estudios decían que las huellas halladas en el lugar del hecho le pertenecían al imputado y otros que no. No hubo acuerdo entre los peritos, pese a que se llegó a reunir a todos los expertos en una misma sala.

La duda benefició al sospechoso, que fue absuelto. Aunque ahora deberá ser juzgado nuevamente porque el Superior Tribunal de Justicia consideró que el Tribunal debió optar por una u otra pericia o pedir una nueva ante las contradicciones que se presentaban.

Ahora en el caso Opazo se plantea una situación similar, aunque con pericias balísticas.

La extensa audiencia que se realizó el viernes 11 no permitió saber con claridad qué arma mató a Yanet Opazo e hirió de gravedad a Claudina Kilapi el 26 de junio de 1993. Dos peritos dijeron que el revólver homicida es el de Fabián González, actual imputado. Otros dos aseguraron que el ultimó a Yanet es el de Claudio Kielmasz, ex procesado. Un quinto estudio consideró que había un 70 u 80% de probabilidad de que el arma fuera la de González, un sexto concluyó que no se podía peritar el proyectil porque estaba muy deformado y el séptimo que ninguna de las armas se había utilizado en el homicidio. Esta semana el perito que faltaba, Enrique Frete, también ratificó su informe y dijo que el arma es la de González.

Ninguno se apartó de sus conclusiones. Y la duda volvió a reinar, como en el 2004 en el juicio por la masacre.

Los jueces de la Cámara Primera del Crimen de Cipolletti no requirieron una nueva pericia, una de las sugerencias que hizo el STJ en el caso del triple crimen del laboratorio. Eso significa que deberían optar por un estudio u otro, por creer en un perito o en otro, o como dijo el juez Víctor Sodero Nievas, "distinguir entre la buena y mala ciencia".

Se podría decir que la puja principal se da entre dos peritos: Rogelio González, de la Policía Federal, quien aseguró que el arma homicida es la de Kielmasz; y Javier Abedini, de la Policía de Provincia de Buenos Aires, que realizó uno de los últimos estudios en el expediente y permitió que Fabián González volviera a la cárcel.

El experto de la Federal tiene a favor su trayectoria, el haber sido docente incluso de tres de los peritos que trabajaron en el caso y que declararon en el juicio. Tiene en contra que sólo examinó el revólver de Kielmasz. ¿Qué hubiese pasado si tenía las dos armas?, se preguntaban algunos. La respuesta que daría González es que él se basa en el principio de identidad y que si es una de las armas la otra no es. ¿Qué hubiese dicho con ambas en sus manos? Es una incógnita.

En la vereda de enfrente apareció Javier Abedini, quien en la audiencia no dejó de resaltar sus cursos y experiencia, aunque es sólo técnico, no perito como Gónzalez. Tiene a favor que el gabinete de La Plata, donde realizó el estudio, "es el mejor del país", según sus dichos. Además, evaluó los dos revólveres secuestrados. Tiene en contra, también sus dichos: en su declaración reconoció que cuando le entregaron las dos armas ya sabía que había polémica y que existían informes periciales distintos. "¿Eso no condicionó su trabajo?", le preguntó con curiosidad uno de los jueces de la Cámara Primera durante la audiencia. El hombre respondió que no, pero la duda quedó instalada.

La síntesis que prevaleció luego de las declaraciones de los peritos fue la misma que reinó al finalizar el debate por la muerte de la piscóloga, la bioquímica y la paciente: que una persona puede ser culpable o inocente según el gabinete de Criminalística que le toque en suerte. Un asesino puede quedar en libertad porque lo favorecieron los resultados o un inocente estar tras las rejas porque los estudios le dieron en contra.

Ya está visto que esto ocurre con las pericias papiloscópicas y también con las balísticas. Jamás podría haber una huella dactilar que pertenezca o no a una persona. Jamás podría haber dos armas homicidas para un mismo disparo.

Por eso no será nada fácil para los camaristas decidir. En base al fallo del STJ, no podrían apelar solamente a la duda. Deberían fundamentar por qué creen más en unos expertos que en otros. De su decisión depende una absolución o una condena. Nada menos que de un homicidio y tentativa de homicidio.

 

ELIZABETH HOISCHEN

betty@rionegro.com.ar

 
haga su comentario otros comentarios
 
 
sus comentarios
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006