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Domingo 20 de Agosto de 2006
 
Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Las ideas nunca mueren
Los hermanos Wachowsky, como guionistas y productores, siguen apostando a la combinación entre la acción y un mensaje a favor de la justicia, con claras referencias a la realidad mundial.
La máscara del héroe se transforma en el símbolo de liberación de una sociedad oprimida.
La máscara del héroe se transforma en el símbolo de liberación de una sociedad oprimida.
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"Recuerda, recuerda el 5 de noviembre, la traición de la pólvora y el complot. No existe el porqué de tal traición. Jamás se ha de olvidar. ¿Pero qué pasa con el hombre?", musita el hombre enmascarado en recuerdo de un héroe llamado Guy Fawkes que en 1605 trató de incendiar las casas del Parlamento británico. Los años transcurrieron y el presente simula ser tan (o aún más) desolador que el pasado, el mundo es una tierra oscura donde hasta los Estados Unidos han relegado sus atributos de poder e Inglaterra es un reflejo del caos general. Dominada por un tirano, la libertad de sus habitantes es apenas un lejano recuerdo y el clima de opresión se respira en cada esquina, en cada rostro. Alguien tiene que detener la rueda pero no podrá hacerlo solo.

Como una fábula moral futurista, los hermanos Larry y Andy Wachowsky retoman sus planteos existenciales desarrollados en la trilogía "Matrix" para generar una parodia surrealista de los excesos de poder y sus posibles consecuencias. Sólo que agrandan la apuesta, apostando a un discurso menos solemne y que rebosa de humor negro e ironía, ingredientes que se sienten más actuales luego de los efectos post 11 de septiembre.

Basándose en el comic "V for vendetta", de Alan Moore y David Lloyd y editado por Vértigo y DC Comics en los años 80, los realizadores pergeñaron un libreto que retoma las aventuras de un justiciero bastante diferente a los estereotipos del héroe y transportaron su relato, originalmente creado como una velada alegoría del gobierno de Margaret Thatcher, hacia un futuro del que no proveen una fecha exacta.

El héroe en cuestión se hace llamar V y es el único sobreviviente de un proyecto que encumbró al canciller Sutler a la cúspide del gobierno. Utilizando los medios de difusión como aliados el ex general y los suyos (con la Iglesia incluida) inventaron un supuesto virus bacteriológico. Esto les permitió construir una especie de campo de concentración en el que encerraban a aquellos que, aparentemente, padecían la enfermedad, cuando en realidad sólo era una forma de apresar a personas que según ellos, por elecciones sexuales, creencias, color de piel, etc. constituían un peligro para la pureza de raza e ideales que fomentaban. Desde ese momento y, a través del miedo, el gobierno logra el control total de la sociedad sumiendo a Inglaterra en un engaño, del que la población es consciente, pero no hace nada para evitarlo.

V entablará una relación con una joven de pasado tormentoso llamada Evey, que no sólo se convertirá en su musa sino en el corazón de la venganza. Mientras los organismos del poder los siguen de cerca, la revolución se irá gestando en las mismas entrañas del pueblo y lo que parecía imposible, estalla hasta un punto del que no existe retorno.

Las obvias comparaciones entre la película y la realidad son extremadamente gruesas, desde la caricaturesca composición del veterano John Hurt como el canciller Sutler, una mezcla entre Hitler y Bush, pasando por las torturas y la persecución de los "diferentes" hasta el clima de desconfianza general, cuya aproximación es, por momentos y más allá de la ficción, algo perturbadora ya que el paralelismo con el siniestro período militar que sacudió a la Argentina, escapa a cualquier sutileza. Sin embargo y, a pesar de tanto trazo grueso, la historia está tan genuinamente construida que la línea que separa a la realidad de la fantasía nunca se cruza y la ironía general se respira desde la primera escena.

El personaje principal (encarnado por el ex agente Smith de "Matrix", Hugo Weaving, al que nunca le vemos la cara) enfrenta cada situación con una batería de frases hechas, la mayoría tomadas prestadas de autores clásicos y, hasta ese detalle, que en otro relato podría funcionar desencajado, está perfectamente ensamblado en la trama. Sus cualidades físicas, aptas para el catálogo de cualquier "justiciero", van acompañadas de rasgos personales que poco tienen que ver con las tenues dudas existenciales del Hombre Araña o Superman ya que derrocha odio y rencores al por mayor, lo que no complica la empatía con el público por la maldad unidimensional de los malvados de turno. A su lado Natalie Portman refuerza su calidad actoral dándole a su Evey mucho dramatismo y la agradecida dosis de naturalidad que, a diferencia de otros héroes/heroínas del momento, le brindan un alto grado de credibilidad a la anécdota.

El director James McTeigue debuta tras las cámaras aunque fue asistente de dirección en las tres "Matrix" y evidentemente, es una extensión de las mentes creativas de los Wachoswky.

Con una poderosa fotografía de Adrian Biddle y el diseño escenográfico de Owen Paterson, la cinta es una combinación interesante entre el entretenimiento en su más pura ecuación y la existencia de una filosofía que lo sustenta. Algunos críticos fundamentaron sus reservas ante el filme en base a la pretenciosa ideología de los productores pero el equilibrio entre esta y la acción está perfectamente urdido y lo transforman en una camino estilístico distintivo. Como afirma V en una de sus tantas "vendettas": "Debajo de esta máscara hay más que carne. Debajo de esta máscara hay una idea. Y las ideas no se pueden matar". (A.L.)

 
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