En Ezeiza ardió Troya. Esta vez el ojo de la tormenta no se posó sobre el predio de la selección Argentina, sino que lo hizo en el de River. Una mañana realmente movidita fue la de ayer.

Primero porque el "Burrito" Ariel Ortega volvió a las "andadas", llegó 40 minutos tarde al entrenamiento y Daniel Passarella, su padre futbolístico, no se lo perdonó. Segundo, porque el Kaiser hizo cirugía mayor, mandó a Germán Lux al bando de los suplentes y realizó otros cinco cambios en los titulares (ver aparte).

Las cosas parecen ir de mal en peor en la institución 'millonaria'. En lo deportivo, Passarella no le encuentra la vuelta al engranaje futbolístico; en lo institucional, José María Aguilar vive momentos de zozobra por un pasivo que según él asciende a 20 millones de dólares.

Para completar el oscuro panorama, ayer por la mañana el último gran ídolo, el "Burrito" Ortega, desembarcó en el predio de Ezeiza 40 minutos después de lo pactado, y Passarella le cayó con el 'peso de la ley'.

Inmediatamente lo mandó a entrenar con la reserva y su lugar, junto a Ernesto Farías, lo ocupó el pibe Juan Antonio. Para colmo, el joven de 18 años se despachó con los dos goles que pusieron las cifras definitivas contra los suplentes. El nombre de Antonio ya se mencionó la semana pasada luego de confirmarse la lesión de Gonzalo Higuaín. ¿Continuará el castigo de Ortega el domingo, frente a Racing? Hasta ahora son todas especulaciones, aunque conociendo el temperamento de Passarella no hay que desestimarlo.

Los protagonistas de esta novela se llamaron al silencio al término de la accidentada práctica. Nadie negará que el "Burrito" siempre fue un personaje controvertido. Vale decir que antes de su tercer retorno a la 'casa millonaria' recayó en Newell's, que lo salvó de una extensa inactividad con aroma a retiro que le había impuesto el Fenerbahce turco, donde no se sintió cómodo y se escapó sin cumplir el contrato.

En España también tuvo inconvenientes (se habló de salidas nocturnas) y los memoriosos no olvidan que allá por '94, cuando daba sus primeros pasos, las constantes llegadas tardes de Ortega (por quedarse dormido) determinaron que el Kaiser mandara a su ladero Américo Rubén Gallego a que lo hiciera marca personal.

Claro, en esa época era Orteguita, un pibe de apenas 20 años.

" El caso Merlo: José Zapata fue sindicado como uno de los pocos que le dio la derecha a Marcelo Gallardo en su "affaire" con Reinaldo Merlo. Ayer habló de 'Mostaza'. "El tema de Merlo hay que dejarlo atrás. Es un profesional y tomará este partido como tal, porque no creo que tenga resquemores hacia nosotros", dijo.

También hizo su confesión: "(...) Admito que todo pasó como se dijo en su momento, pero ya es parte del pasado", remarcó.