VIEDMA (AV)- Dos de los cinco detenidos por el crimen del taxista de Viedma fueron procesados con prisión preventiva. Los tres restantes, incluidas las dos mujeres, fueron también procesados pero por el robo y recuperaron la libertad, según la escasa información ofrecida desde el juzgado, a pesar de haber esperado este medio la notificación de la totalidad de los imputados.

Bajo la imputación de "homicidio calificado" para ocultar otro delito fue procesado Cristian Valenzuela de 20 años, quien permanece en la Alcaidía de esta capital. El juez Pedro Funes responsabilizó también de la autoría del crimen al joven de 15 años que declaró inimputable pero ordenó su continuidad en el hogar Pagano de esta capital.

En relación con las dos mujeres -Dora Blanco de 20 y Natalia Araya de 25- el juez las procesó por el delito de "robo calificado". Ambas fueron notificadas anoche en la vivienda del barrio Inalauquen donde cumplían detención domiciliaria desde el día siguiente al homicidio del taxista en razón de estar a cargo de hijos pequeños y la mayor de ellas embarazada. En tanto Adrián Lauman de 38, el dueño de esa casa donde viven las dos parejas, fue procesado como partícipe secundario del robo.

Rubén Andrade de 53 años fue brutalmente asesinado en la madrugada del 21 de julio en su propia casa del barrio Lavalle. Fue atacado al bajar de su auto un Fiat Duna que utilizaba como taxi. Más de siete golpes en su cráneo con un elemento contundente que podría ser similar a un martillo le provocaron la muerte. Su cuerpo fue arrastrado hasta la cocina de la vivienda que habitaba solo.

Su hijo lo encontró varias horas después del hecho y a las pocas horas de la denuncia varios allanamientos condujeron a la detención de cinco personas, dos matrimonios y un menor de apenas 15 años que hacía un mes se encontraba en Viedma, en la casa de una prima. El jovencito es de Mayor Buratovich, igual que dos de los imputados.

La investigación iniciada por el juez penal subrogante durante la feria judicial Juan Bernardi condujo rápidamente a una cuenta bancaria que tenía Andrade, producto de un crédito que le habían adjudicado y que pensaba dedicar a una transacción comercial. De esa cuenta, que no habría superado los 6.000 pesos se habrían extraído algo más de mil con la tarjeta de débito del desafortunado hombre que nunca apareció, como tampoco el arma homicida.

Las cámaras de los cajeros que habrían recorrido más de dos personas tratando de extraer dinero a las pocas horas del homicidio del taxista habrían registrado la operación y también los rostros de quienes la ejecutaron.

Además pericias realizadas con los perros de la Policía habrían dado resultado positivo a sobre unas zapatillas secuestradas en la vivienda que habitaban las dos parejas. El calzado tenía manchas que los estudios realizados habrían comprobado que se trataba de sangre humana que además habrían sido identificadas como las mismas que quedaron en la camisa que vestía la víctima en el momento del crimen, según las pericias odorológicas practicadas.