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Martes 01 de Agosto de 2006
 
Edicion impresa pag. 31 > Sociedad
Bariloche y Priebke: la lupa sobre la protección
"Río Negro" en el preestreno de "Pacto de Silencio". El documental fue realizado por un barilochense.
El documental, de próximo estreno en todo el país, habla sobre la relación de la comunidad germana de Bariloche con el criminal nazi. Priebke joven, antes de llegar a Bariloche.
El documental, de próximo estreno en todo el país, habla sobre la relación de la comunidad germana de Bariloche con el criminal nazi. Priebke joven, antes de llegar a Bariloche.
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BUENOS AIRES (ABA).- Todo comienza con el hombre saliendo de misa mientras manos y caras amigas lo tapan de la cámara inquieta: piden que lo dejen tranquilo. El final, será con los nombres de los 335 italianos fusilados en las Fosas Ardeatinas de los que fue el principal responsable y ejecutor aquel protegido feligrés: Erick Priebke. En lo que va de un episodio hasta el relato final median 135 minutos de una película conmovedora y que no da tregua en la tensión de las imágenes y el interés del relato. Se llama "Pacto de silencio" y a su preestreno en el Malba porteño asistió ayer "Río Negro". El nudo argumental es cómo uno de los más grandes criminales nazis fue no sólo amparado por la colectividad alemana en Bariloche (y algunos habitantes del lugar de otro origen), sino también cómo hizo el recorrido que lo llevó de ser un almacenero de barrio a dirigir el colegio alemán de la ciudad para luego encumbrarse en la presidencia de la Asociación Cultural Germano Argentina.

El film va mucho más allá del personaje en sí: vislumbra cómo la inmigración alemana intentó llevar a cabo un proyecto educacional que consistía en inculcar valores "superiores" y diferentes al resto de la comunidad. Casas con esvásticas, fotos del Führer y reuniones para celebrar cada cumpleaños de Hitler se volvieron comunes entre los inmigrantes germanos barilochenses. La filmación va dando testimonio de cada uno de los hechos.

Un dato peculiar es el origen y la participación del director del largometraje: de madre alemana, Carlos Echeverría (de él se trata) pudo palpar desde su infancia un mundo secreto de refutadores del Holocausto y ocultadores del pasado que explícita o tácitamente daban lugar a un verdadero pacto de silencio. Las cámara viaja constantemente desde Bariloche a Buenos Aires (aparecen escenas de un acto nazi en el Luna Park de 1938 y una imagen de la sede hitleriana a una cuadra de la Casa Rosada) y de allí a Italia, donde familiares de las víctimas de Priebke atestiguan la conducción que el capitán de las SS hacía de la zona donde estaban las Fosas Ardeatinas, retrocede para atestiguar el paso del alemán por el campo de exterminio de Dachau y desemboca en escenas del proceso judicial en Italia. Para la reflexión queda la diferencia entre la afectuosidad con que fue despedido por los policías argentinos cuando Priebke abandonaba el aeropuerto para ser juzgado en Europa y la frialdad con que es tratado por los custodios en Italia. Es que más allá del aspecto comunitario, un par de testimonios dan cuenta de la aceptación de Priebke para un sector que valora la "prolijidad" y "eficiencia" del sujeto en cuestión, como el caso de una mujer que recuerda cuando aquel fue maitre en uno de los hoteles más importantes de Bariloche, o un ex mozo que recuerda cuando Priebke le contó lo que había hecho: "Dijo que tuvo que fusilar a unas 30 personas... 300 o algo así".

 

Sello personal

El artífice del documental asistió al colegio alemán de Bariloche, donde sus compañeros repetían la lectura que hacían sus padres sobre el rol de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Incluso un progenitor aparece (en una escena actuada reflejo de la época) tratando de negarle a su hijo la posibilidad de ver una película norteamericana a la que acusa de incurrir en una falsa interpretación. El propio Echeverría hace de cronista con su voz en off, o interrogando a quienes accedieron a dar un testimonio, nutriéndose también de abundante material de archivo, así como filmaciones de encuentros privados (algunos donde aparece el propio Priebke festejando entre los suyos o comiendo un asado) obtenidos por cámaras caseras de súper ocho. La documentación histórica ilustra sobre aspectos como la presencia de los ex presidentes de facto Agustín Lanusse o Jorge Videla recibidos en desfiles con todos los honores; y remontando más en el tiempo un homenaje de la juventud nazi en ofrenda a la Campaña del Desierto. Como para no dejar dudas del guiño oficial que recibió la inserción de los nazis en Argentina (especialmente en la Patagonia) se muestra con toda crudeza el momento en que Juan Perón le concede una amnistía a los ex criminales, lo que le sirve a Priebke para cambiar con total impunidad el nombre falso con el que se había registrado al llegar al país (Pappe) por el verdadero. Es decir, quedaba "blanqueado".

Cerca del epílogo, dos hijos de inmigrantes alemanes exponen sus posturas. Una proclive al olvido (desde un visceral antisemitismo se pregunta ¿qué van a hacer los judíos cuando se mueran todos los oficiales nazis?), y otra al aprendizaje que alude a muchos alemanes que, discrepando con el nazismo, preferían no discutir para evitar la confrontación. Finalmente se documenta el momento del descubrimiento de la identidad y el pasado de Priebke, cuando otro ex criminal de guerra lo delata al ser acosado por un periodista norteamericano.

 
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