La historia fue así.

El entrenador de Rosario Central, Leonardo Astrada, estaba muy en desacuerdo con la llegada de refuerzos decididos por un grupo inversor y que no formaban parte de la lista propuesta por el DT. Astrada llevó su reclamo al presidente del club, Pablo Scarabino. La respuesta del dirigente fue brutal: no había lugar para las dos partes en el club. O se iba Astrada o se iba el grupo inversor.

Claro, sin el grupo inversor, nadie pondría los millones que costaron las incorporaciones que Astrada no pidió. Entonces, supo que era él quien se tenía que ir. Y se fue.

El grupo inversor está representado en el club por Horacio Carbonari, ex defensor 'canalla', hoy director deportivo de Central. Carbonari había decidió las contrataciones del costarricense Paulo Wanchope y de Cristian González, dos que Astrada no solicitó.

Mientras los dirigentes estaban reunidos con el DT, Néstor Gorosito recibió un llamado ofreciéndole ser el reemplazante del 'Jefe'. Sin embargo, el propio Gorosito negó que alguien de Central se hubiera contactado con él.

Después de la práctica matutina de ayer, el director técnico abandonó el complejo deportivo Palo Verde sin realizar declaraciones y con el fuerte rumor de una inminente reunió con el presidente Scarabino, para comunicarle su decisión.

El tema de los refuerzos del plantel fue el que produjo el cortocircuito entre Astrada y Carbonari, símbolo de la institución, que habría amenazado con dejar su cargo si continuaba el ex River.

Astrada le elevó a los dirigentes una lista con los nombres deseados para reforzar la defensa, pero la Comisión Directiva prescindió de esos candidatos y acercó al central paraguayo Héctor Vidal Sosa, facilitado por un grupo inversor. Esa situación, sumada a la demora por la llegada del resto de las incorporaciones, acabó con la paciencia de Astrada.